La catanga caracteriza al afro que pesca en ríos esmeraldeños

En el norte de la provincia de Esmeraldas todavía se utiliza y se fabrica la catanga, como herramienta para la pesca. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

En el norte de la provincia de Esmeraldas todavía se utiliza y se fabrica la catanga, como herramienta para la pesca. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

En el norte de la provincia de Esmeraldas todavía se utiliza y se fabrica la catanga, como herramienta para la pesca. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

En muchas poblaciones afroesmeraldeñas del norte de Esmeraldas todavía se utiliza la catanga, un instrumento de pesca artesanal ancestral.

La catanga tiene la forma de un cilindro y está hecha a base de caña guadúa; este objeto es usado para atrapar peces y camarones de agua dulce.

Los pescadores colocan cebos como carnadas. Una hormiga grande llamada murán atrae al camarón de río. Al verla, ingresa a la trampa para alimentarse y queda confinado en el sitio. Mientras que para capturar a los peces se usan aguacates, semillas de tangaré y de calabazo, que se encuentran en los márgenes de los afluentes.

Esta era la forma artesanal de pescar para los primeros poblados afros de la provincia. Pero pese a que ahora se utilizan atarrayas y redes, José Ayoví, de la parroquia Viche (cantón Quinindé), conserva esta antigua técnica.

Los habitantes del centro de Esmeraldas -donde hay asentamientos de poblaciones afros-, como en las orillas de los ríos Viche y Blanco del cantón Quinindé, también mantienen esta práctica.

El profesor Robert Bone, quien usó el nombre de Catanga de Oro para rendir homenaje a los afroesmeraldeños destacados, explica que la catanga simboliza toda una herencia de generaciones anteriores, que vivían de la pesca y que usaban esta herramienta para la actividad pesquera.

Bone recuerda que con su padre colocaban la catanga en la orilla del río Cayapas, en Borbón, norte de la provincia de Esmeraldas. La amarraban con una soga para que no fuera arrastrada por la corriente.

La catanga era sumergida en el agua y camuflada con hojas de una planta llamada gramalote. Estas se colocaban alrededor y en el interior del cilindro de caña, para que los peces no pudieran divisarla con facilidad.

La tradicional catanga se elabora con caña guadúa, bejuco, y una liana llamada piquigua. En la parte delantera se pone un círculo de bejuco para que la estructura de caña no se abra y atrás va una tapa.

En el interior lleva púas de guadúa, que permiten el ingreso de camarones y peces, pero impiden la salida de los mismos. Sirve para conseguir peces como sábalo, guaña, lisa, gualajo y palometas.

Ayoví y Bone heredaron de sus bisabuelos el arte de pescar con catanga, además les enseñaron cómo elaborarlas para capturar la comida para sus hermanos, en el recinto Chaupara del cantón Esmeraldas y Borbón, en el norte de la ‘Provincia Verde’.

Además de la catanga, los primeros pobladores afros también usaban el corral, que se colocaba en el ingreso de los esteros para atrapar peces.

Una de las costumbres era solo usar las especies más grandes que se quedaban en este instrumento. Eso explica, según el antropólogo Xavier Valencia, la abundante comida que hubo entre los años 40 y 60 para las comunidades del pueblo afroesmeraldeño.

Valencia ha estudiado el uso de esta y de otras herramientas para la pesca y cómo el hombre del campo se las ingeniaba ­para buscar entre las semillas de los árboles los mejores cebos para atraer peces.

Leandro Arroyo,
de 75 años, habitaba en San Francisco del Ónzole, del cantón Eloy Alfaro. Recuerda que esa forma de pesca, incluso, fue llevada a la ciudad por los hombres y mujeres que migraron del campo en busca de trabajo.

Actualmente, las catangas aún se elaboran en las cabeceras de los ríos del norte de Esmeraldas. No solo las hacen los afros de esas zonas, sino también los chachis, que se alimentan de camarón y peces de los grandes y anchos ríos Santiago, Cayapas y Ónzole.

Leonardo Chapiro, de la comunidad chachi de Calle Manza, en el río Cayapas, dice que aunque la catanga no es un instrumento de ellos, han aprendido a utilizarla para pescar.

Esta tradicional herramienta también la fabrican varios artesanos esmeraldeños. Ellos buscan restos de caña guadúa en los aserraderos. Con eso reflejan la abundancia, los saberes ancestrales y el deseo de mantener vigente una costumbre que pese a la innovación de las artes de pesca, se mantiene hasta hoy.

María Vivero, quien migró de la comunidad San Francisco del Bogotá, en el cantón San Lorenzo, vende catangas en uno de los locales que están situados en La Barraca, de la ciudad de Esmeraldas.

Este sitio, históricamente, es un lugar de comercio de la población negra, que antiguamente bajaba por el río Esmeraldas para vender catangas, madera, plátano y frutas.

Intercultural

Este instrumento era utilizado por los pueblos antiguos para atrapar sus alimentos en el río, sobre todo en el norte de la provincia

La técnica
La catanga se deja en el río mucho tiempo, para atrapar peces durante la noche y madrugada.

Materiales
Están hechas con tiras de caña de 80 cm de largo y 3 cm de ancho, atadas con bejuco.

La pesca
En el centro de las catangas hay un embudo que impide a los camarones salir si entran a la trampa.

Historia
Según el escritor Juan Montaño, en África utilizaban grandes catangas para atrapar peces.

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