En la parroquia cuencana de Tarqui, la comunidad con la mejor comparsa representará el Taita Carnaval del 2019. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
En la cosmovisión andina, el mítico personaje del Taita Carnaval representa la abundancia y la fortuna. Y la forma de recibirlo entre las familias de sus comunidades es con ofrendas de abundante comida y la tradicional chicha de jora.
Según la creencia de los pueblos indígenas de Azuay y Cañar, transmitida por sus ancestros, una semana antes del Carnaval este personaje emerge del interior de las montañas para vivir con alegría esta época de fecundidad, reciprocidad y gratitud por las cosechas.
Entre los cañaris se cree que este personaje descendía de los cerros Juilán y Juncal, caminando por pajonales acompañado del Yarkay (representa la pobreza), escondidos entre la neblina del páramo y entonando melodías suaves, con el pingullo y el tambor, que invocan a los espíritus de la naturaleza.
Cada comunidad se empoderó de su origen, dice Ranty Chuma, quien investigó sobre esta tradición. El Taita Carnaval viste camisa blanca, zamarro y una colorida faja en la cintura, que sostiene la kushma, y oshotas en los pies.
Lo identifican por el típico sombrero con su ala de un metro de diámetro, hecho de piel de venado, y del cual penden cintas multicolores.
Según los azuayos, este accesorio les servía para protegerse de la lluvia, del sol o como arma de defensa personal ante los enfrentamientos.
Por eso, en las manos también llevaba una veta de cuero con una piedra amarrada en un extremo. A Chuma, sus abuelos también le contaron que
–dependiendo de lo que se vive a principios de año- se puede percibir si llega el Papá, Mamá o Hijo Taita Carnaval.
Este 2018, los cañaris esperan al último “porque se siente un ambiente más fuerte, de pelea y tragedia”. Según él, eso se evidenció en el accidente de tránsito que ocurrió la semana anterior con la muerte de seis mujeres. La Mamá Carnaval es alegre y el Papá serio y pasivo, explica Chuma.
Como ocurría antes, entre este domingo 11 y el martes 13 de febrero del 2018, el Taita Carnaval de Cañar y el Yarkay visitarán más de 20 casas.
Para halagarlo, las familias dejarán una mesa ricamente adornada con flores, frutas y abundante comida preparada (papas, mote, cuy y chicha de jora) para que se sirvan.
Así recibirán el augurio de buenas cosechas para este año. De lo contrario, el Yarkay predecirá la llegada de plagas, sequía, necesidades y pobreza, dice Chuma. Chaglabán dirigirá esta celebración tradicional de la Tucaita.
Antiguamente, al siguiente día los indígenas sabían si llegaba el Taita Carnaval y si le gustó la comida o no, tras lo cual los alimentos perdían su sabor y se evaporaba la chicha. Los alimentos que no se sirve los comparte.
Según Bolívar Saquipay, presidente de la Junta Parroquial de Tarqui (Cuenca), el Taita Carnaval reúne lo mítico, lo social y lo simbólico, porque emerge de montañas, los banquetes de reciprocidad y las ritualidades de las ofrendas con coloridas cruces.
Esta parroquia es una de las que cada año reúne a las 26 comunidades en la celebración del Taita Carnaval. El pasado miércoles se cumplió el cambio de cruces (adornadas con flores, frutas, serpentinas, globos) entre René Chacha y Kléver Chacha, Taitas Carnaval saliente y entrante, respectivamente.
El próximo domingo( 11 de febrero) sus comunidades reeditarán algunos episodios de esta tradición. El mismo día vivirán esta celebración los cantones de Nabón, Paute, Gualaceo, Sígsig, Suscal y El Tambo.