En el taller Tropical Palm se elaboran artesanías en tagua. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO.
La tagua en su estado natural es como una concha de color café con puyas filosas.
En los bosques de las zonas como Jipijapa y San Plácido, en la provincia de Manabí, la cosechan como una antigua tradición del montuvio manabita.
El origen de la planta es silvestre y no requiere que se la siembre. El principal uso que le dan a este material es en la artesanía, pues su apariencia redonda y sólida es ideal para elaborar una variedad de creaciones. Por ejemplo, aretes, adornos, collares y figuras en miniatura son algunas de las artesanías que se pueden elaborar. En el kilómetro 11 de la vía Portoviejo – Crucita hay unos 28 locales donde se producen estos accesorios.
Johnny Coveña, el dueño del establecimiento Tropical Palm, cuenta que este arte fue adquirido por los ancestros manabitas como una de las alternativas de emprendimiento laboral de los montuvios. El infaltable machete para las labores en el campo fue el responsable de activar este ingenio.
Con este elemento no solo se desmonta el producto desde el árbol sino que se utilizó antiguamente para darle forma a las primeras artesanías de tagua que en esa época se reducía a las exhibiciones dentro de las casas. Luego, lo hicieron con cuchillos, navajas, lijas y en la actualidad con el esmeril.
La tagua llega a los talleres artesanales como una pepa blanca que cabe en el puño de la mano. José Moreira, un experto en este tipo de artesanías, explica que con la ayuda de un torno logran hacer disecciones según el tipo de trabajo que se quiera realizar.
Para un collar se requiere que la tagua adquiera una forma ovalada con un diámetro de aproximadamente medio centímetro.
Toda artesanía, además, pasa por un proceso de tinturado, ya que el núcleo del material es de color blanco. Para este procedimiento se utilizan grandes ollas en las que se coloca la pintura con el producto.
Mariuxi Coveña, otra artesana de Manabí, evoca el uso que sus abuelos le daban al producto. Las bolas de tagua se las frotaban en las piernas y en las pantorrillas para aliviar el cansancio muscular por las largas horas de caminata en el campo. De hecho, en el taller de Coveña crean una suerte de accesorio para dar este tipo de masajes tal y como lo hacían en el pasado las familias montuvias.
El accesorio se compone de dos bolas de tagua con una especie de mango de pambil.
El trabajo con tagua también ha dado lugar a la creación de organizaciones como la Asociación Tropitagua en Manabí conformada por 28 socios.
Ellos tratan de que perdure esta tradición del montuvio. Por ahora siguen de cerca el proceso de reconocimiento de la tagua para que obtenga una denominación de origen ante el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual.
Este reconocimiento se otorga a un país, región o provincia para que proteja sus recursos naturales. Esta denominación la tiene el tejido del sombrero de paja toquilla que se elabora en el cantón Montecristi, el cacao arriba por su protección a la almendra seca y fermentada y el café de Galápagos.
Para la Cámara de Comercio de Manabí, la idea de la denominación de origen ayudará a dar a conocer aún más la tagua a escala internacional.
Alba González, la titular de este gremio, señaló que los botones de tagua se exportan a Italia, Polonia, Alemania, Turquía, China y Japón. González dice que el objetivo es que llegue a otros mercados: Estados Unidos y Europa.
Una de las formas que dio a conocer internacionalmente a la tagua fueron los recorridos turísticos hacia sitios emblemáticos de la provincia. Los primeros buques con extranjeros que llegaron a Manta y Guayaquil impulsaron esa iniciativa en la que los turistas se animaron a apreciar la tagua y se encantaron hasta llevarla a sus países de origen.
El Ministerio de Comercio Exterior está al frente de las gestiones para que la tagua tenga el reconocimiento. Para esto se anunció que se pondrá en marcha un proyecto con ProEcuador para preservar los bosques con el fin de que sean aprovechados de manera responsable.