EL COMERCIO conversó con Susana Cárdenas, especialista en bioética. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO
¿Cómo fue su encuentro con la bioética?
Hice mis estudios iniciales en leyes. Cuando fundamos los consultorios gratuitos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, yo empecé a colaborar en la cárcel de mujeres. Fue ahí cuando me di cuenta que muchos problemas eran resultado de una falta de desarrollo médico-clínico y psicológico de la gente. Luego entré a dirigir la fundación del Hospital Metropolitano y tuve conciencia de que las personas tienen idea sobre cómo tomar decisiones puntuales en tema de salud como desconectar a un paciente o si se debe realizar un aborto. Me impresionó cómo dejan la vida en manos de terceros. Luego, al médico Edmundo Granda me comentó que existía la bioética como un área académica que aborda estas problemáticas.
¿Cómo se piensa la relación bioética en las casas de salud ?
La Sociedad de Bioética del Ecuador y otros grupos de intelectuales tienen un debate continuo en torno a la bioética. Sin embargo, ese debate está divorciado de la enseñanza de la bioética, que como una ciencia que tiene una metodología de análisis de casos. Eso justamente no se enseña en las escuelas, por lo que la bioética es algo desconocido por muchos profesionales. En los hospitales estamos muy lejos de aplicar la bioética porque simplemente los médicos no tienen idea de la rigurosidad científica con la que se debe analizar estos casos.
Entonces es un asunto de las universidades…
Sí, pero estas no tienen dinero para firmar convenios con universidades extranjeras. Entonces no hay gente para capacitar a los estudiantes. Eso demuestra la falta de interés de las universidades por promover la bioética en las facultades. Toman a esta materia como una discusión moral y esto es en realidad un análisis científico que va más allá de la medicina y se adentra en otras áreas como la guerra, los problemas ambientales, etc.
¿Qué hacer en el país para fomentar esta ciencia?
Hay que ir del debate a la ciencia. No podemos quedarnos en la opinión, en una ligera idea de qué es moralidad, sino analizar con métodos científicos los casos que se presentan en el país. Todas las carreras universitarias deberían incluir la bioética como una materia obligatoria.
¿Qué la motivó a realizar la investigación ‘Hacia un plan de formación en Bioética para las facultades de ciencias de la salud y medicina en el Ecuador?
La hice porque el país necesita estar preparado para tomar decisiones en este campo. Al saber cómo resolver los problemas bioéticos tendremos profesionales más preparados, menos costos en la salud pública. En el país nunca nos ponemos a debatir sobre el rol de esta rama a pesar de que en otros modelos educativos constituye una materia a revisar inclusive desde los primeros años de la etapa escolar.
Más de un decenio después de la creación de la Sociedad de Bioética, ¿ha cambiado esta la panorámica en el área?
Sí, y el hecho de que exista el debate ya es algo positivo. También la ley y las normas jurídicas creadas han realizado un cambio significativo en el área. En la actualidad vemos que las instituciones ecuatorianas que hacen investigación en medicina o biotecnología cuentan con comités de bioética que regulan los procesos dentro de estas. Y las universidades están aportando con especialistas para tratar los casos y dar soluciones que estén respaldas por un método científico. Sin embargo, aún son muy pocos los especialistas y eso impide que la bioética sea verdaderamente parte integral de un proyecto de investigación.