Cristina Rodas en el escenario de El Teatro de Cumbayá. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Conversamos casi a oscuras, en el vestíbulo de El Teatro, donde
–como dicen varios de sus colegas más supersticiosos– se deben pasear los fantasmas; ahí, y también en el escenario, detrás del telón, en la tramoya… La actriz Cristina Rodas ha vivido casi toda su vida en ese ambiente particularmente supersticioso, por eso sabe de qué habla cuando se trata de cábalas, miedos, rituales, o sea de superstición.
Si te paso un salero directamente a la mano, ¿me lo recibes?
Sí, yo sí. Pero a mí nunca me lo reciben. Para evitar el desaire, ya lo pongo nomás directamente en la mesa.
Entonces, tú no eres supersticiosa.
No, increíblemente no lo soy.
¿Increíblemente?
El medio teatral es muy supersticioso. Y es típico de la familia ecuatoriana la superstición.
¿Algo supersticioso que hayas hecho o que haces?
Mira, eran ideas personales que enseguida las volvieron superstición aquí en el teatro los empleados. Por ejemplo, yo siempre limpiaba la sala, pero no lo he hecho en los últimos dos o tres años. ¿Por qué lo hacía? Porque sentía que era una forma de renovar la energía y me sentía bien. Y siempre prendía velas. Alguna vez vino una obra en la que nos fue muy mal y uno de los chicos tramoyistas insistía: “Es porque ya la Cris no hace eso”.
¿Para qué sirve la superstición?
Como servir, no sé si sirva para algo. Quizá el hecho de que genere un comportamiento más respetuoso en relación a algo… Porque no sé para qué puede servir; a veces la superstición puede ser más bien muy limitante y generar angustias innecesarias en la gente.
¿No puede servir para convencerse de que las cosas van a salir como se han planificado?
¿Como para atraer energía? O sea, no creo que necesariamente haya que ser supersticioso para eso. Si fuese así no habría muertos, porque imagínate tanta gente que ora pidiendo por sus enfermos e igual se les mueren. Todos rezamos al subir a un avión, y hay aviones que se caen. Tengo la sensación de que la superstición no te lleva a nada más que a la angustia. La fe es diferente.
¿Cómo diferencias a la actitud supersticiosa de la fe?
La superstición te imprime miedo; miedo a que algo malo va a pasar, o que si no hago esto me va a ir mal si es viernes 13…
O domingo 7.
Sí, o me va a pasar algo malo si como carne en Semana Santa. O sea… no te va a pasar nada. Ahora, si tú porque tienes fe en algo, en tu religión, y tu religión dice tales cosas, ok, hazlo. Porque lo haces por convicción y por fe, sabiendo que no te va a pasar nada.
¿Esa es la diferencia?
Digo yo, ¿no?
¿O sea que coincides con Bertrand Russell, que sostenía que la superstición se origina en el miedo?
Exacto, exacto, es el miedo. Y el miedo es fatal, porque nos paraliza. Entonces, cambiar las cosas que tienes que hacer en tu día a día, en tu vida, porque tal fecha es de mala suerte, chuta… Si te tiene que pasar, te pasará, sea la fecha que sea y hagas lo que hagas.
¿Cuáles son las manifestaciones de superstición más extremas que has visto en el teatro?
En el teatro, y a mí me da mucha gracia, la gente le atribuye a la superstición cualquier falla o a que ‘alguien’ lo hizo… Bueno, eso es ya más el miedo a los fantasmas. O sea, teatro donde no haya fantasmas no es teatro. Entonces, según mucha gente en nuestros teatros hay fantasmas. La única que no ha sentido ni ha visto nada soy yo; no sé si es porque tengo otra visión de las cosas.
¿En tus dos teatros?
Sí, han visto gente sin cabeza. Qué imaginación. Pero, por ejemplo, hay alguna falla técnica y dicen: “Yo no topé nada… El fantasma”. El huevón se equivoca, y ¡el fantasma! Lo máximo fue que una vez una actriz se olvidó el texto; o sea, solo se olvidó el texto y a todos nos pasa. Pero a ella se le cruzó el Manuel Calisto (actor fallecido en el 2011) y por eso se quedó en blanco y se jodió todo. O sea, no sé, a mí no me pasa. Y a veces ya me da iras. Bueno, no sé… yo tampoco puedo decir a ciencia cierta que no existen los fantasmas.
¿Y en el toreo (al que está vinculada por su esposo) qué es lo más extravagante que has visto?
O sea, lo que me impactaba era la fe tan brutal de los toreros; unas capillas pero con todo. Por ejemplo, ponían miles de medallitas y sabían exactamente qué era qué, no es que era al azar; y saben de dónde sacaron esto y quién se las dio, y ¡cuidado se les pierda! O la gente de amarillo.
¿La gente de amarillo?
Hay una superstición contra el color amarillo.
¿No puedes ir a la plaza de amarillo?
No pues… Y yo una vez fui de amarillo. Como, la verdad, no soy muy taurina, sino que por mi relación aprendí a gustar de los toros, aunque con cierta distancia. Lo cierto es que yo ignorante total en el tema una vez me fui con una cosa amarilla y me mandaron a cambiar. Yo decía: “Por dios, es un absurdo”. Y era peor siendo la esposa del empresario; era el colmo de la ignorancia. No entré a la primera parte, en los tres primeros toros; me quedé en la oficina, hasta que alguien me llevó algo para cambiarme.
¿Y qué sentías en ese momento?
Que era una ridiculez. Pero bueno, toca respetar, ¿no? Es entre superstición y creencia.
¿Adquiere un carácter medio religioso?
Qué bestia, sí; místico. Es impresionante. Entonces eso es lo que no me gusta.
Ya no está al nivel del salero, es algo superior.
Totalmente. Y el solo hecho de tener una superstición te puede llevar en ciertas circunstancias a la muerte.
¿Cómo?
Cuando son situaciones extremas como en el toreo. Porque si estás convencido de que algo malo te va a pasar porque hay alguien vestido de amarillo o porque se te perdió una medalla, o si te vas a subir a un avión y se te robaron la medalla con la que siempre te subes y según tú cuando esa medalla te falte te vas a morir, o sea, imagínate el pánico. Te puedes morir solamente por el miedo.
O, por el contrario, puedes confiarte de tu cábala y salir sin tantas precauciones frente al toro, que te puede matar.
Totalmente. Yo la veo como cualquier tipo de dependencia: negativa. A mí me empezó a pasar con esto de las limpias.
¿Por eso las dejaste?
Dije: “¡No!”. Alguna vez por alguna razón estábamos en el estrés del estreno y lo cierto es que no tuve tiempo de hacer la limpia y tenía una sensación como de angustia. La dependencia es lo peor.
¿Y cómo salió todo?
Normal; todo salió perfecto.
¿Ahí rompiste con esa idea?
Yo trato de cortar cualquier tipo de dependencia en mi vida.
¿Dices que la superstición llevada a niveles serios es una especie de autosabotaje?
Claro. Imagínate, es ponerte una trampa horrible.
¿La superstición es una forma de religión o la religión es una forma de superstición?
Las dos cosas. Por más que he intentado, no tengo espíritu religioso; para mí la religión es una especie de superstición.
Si viniera un extraterrestre a vernos, seguramente no podría distinguir entre gente que va a la iglesia y gente que practica rituales supersticiosos fuera de una religión oficial.
No pues, si hacen las mismas cosas.
¿Mientras menos comprendemos cómo funciona el mundo somos más proclives a la superstición?
Sí, totalmente. Y a la religión también. Yo digo que si la religión y la superstición y todo lo que la gente quiera creer realmente le es útil en su vida para estar mejor, para tener más paz, muy bien. Pero no creo ni en la religión ni en la superstición ni en nada cuando el principio es el miedo.
¿Por qué crees que los seres humanos nos aferramos en ciertas formas, en ciertos grados, al pensamiento mágico?
Quizá porque nos da algo de magia a la vida, porque tampoco tenemos la posibilidad de ser absolutamente pragmáticos, porque no todo está comprobado. Hay muchas cosas desconocidas, muchas cosas que nunca vamos a poder comprender. Es que el mundo es mágico. Es tan misterioso todo esto.
Si nos cerramos solo a la racionalidad, a lo comprobable, a lo explicable, a lo medible, ¿de qué nos perdemos?
De la magia, ¿no? No sé si las personas que son súper pragmáticas tengan fe en algo.
En la praxis, talvez.
Ajá y esa también puede ser otra forma de dogma. Yo tiendo a ser pragmática, pero como no tengo nada claro en la vida, y sé que hay tantos misterios, tampoco puedo ser totalmente pragmática.
Si pudieras preguntarle algo a alguien que vive en función de la superstición, ¿qué sería?
Quisiera saber, de verdad, qué siente que le va a pasar si no cumple con su superstición. Sobre todo cuando son cosas extremas, como un peligro inminente de muerte. Por ejemplo, a un torero le preguntaría: Si no está la medalla que te da buena suerte, ¿no toreas?, ¿fallas al público?, ¿rompes un contrato? O sea, ¿hasta dónde puedes llegar por la superstición? ¿Qué tanto realmente te domina? No alcanzo a comprender cómo algo fuera de ti puede dominarte tanto.