Los miembros de la Asociación de Turismo elaboran en cerámica réplicas de los utensilios de las culturas antiguas. Foto: Ángel Barona para EL COMERCIO
Los habitantes de la parroquia Sucre del cantón Patate, en Tungurahua, conservan pocas piezas entre ollas, vasijas, compoteras, platos ceremoniales, jarrones y parte de esqueletos humanos.
Los vecinos del sector cuentan que en 1997, mientras abrían una zanja para enterrar la tubería para el agua potable, encontraron estos objetos de cerámica. Luego de una investigación y el apoyo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) determinaron que los objetos pertenecían a las culturas Panzaleo y Puruwa. Estas dos agrupaciones aborígenes se asentaron en lo más alto de la montaña de la cabecera parroquial.
Según las indagaciones en el sector se determinó que desde este sitio estratégico los habitantes de estas dos culturas resguardaban el horizonte para evitar posibles ataques de otras tribus. Cerca del asentamiento poblacional estaba el cementerio. En este mismo lugar se levanta desde el 2010 el Centro Cultural Urku Kuri (Cerro Hermoso en español).
Cuatro asociaciones de textiles, cerámicas, turismo y gastronomía trabajan en turismo comunitario para que los turistas conozcan este espacio.
Joel Plaza es investigador y guía del museo. Cuenta que en este contenedor muestran 67 piezas arqueológicas y restos humanos encontrados en las excavaciones.
En años anteriores estaban en poder de la Junta Parroquial, pero realizaron los trámites y hace siete años está a cargo de la Asociación de Turismo Sucre.
De acuerdo con sus averiguaciones en Internet, libros y ayuda de arqueólogos del INPC determinaron que los utensilios que encontraron son de las culturas Puruwa y Panzaleo que se asentaron hace más de 700 años en el sector, especialmente en la parte alta de esta parroquia fundada hace 131 años y una de las más antiguas del cantón.
También, las piezas son parte del Inventario del INPC. Hay pondos, vasijas, compoteras y otros artefactos elaborados con barro. Se llaman Panzaleo porque son redondas y anchas como una panza. “Cuando estaban en manos de la Junta Parroquial los objetos donados por la gente desaparecieron. Antes venían personas extranjeras, nacionales y les compraban, pero eso se frenó y ahora son parte del patrocinio cultural de Sucre y Patate. Además, en los sitios aledaños al Centro Cultural está prohibido efectuar excavaciones”.
El año pasado, iniciaron una campaña de concienciación a los moradores de Sucre para que la gente done los objetos de barro encontrados en las excavaciones.
El objetivo era incrementar el museo. Recibieron cinco piezas importantes como un pondo gigante, un cráneo, platos de barro y osamentas humanas. “La gente tiene en sus casas estos objetos, pero no los obsequian porque antes se llevaban o las vendían”.
Hasta el sitio llegó Bolívar Martínez, un turista riobambeño. Al ingresar al museo conoció parte de la historia y el sitio mismo donde se levanta Urku Kuri.
Marco Aymara, vocal de la Junta Parroquial de Sucre, explica que otra parte de las piezas se encuentra en el cantón Patate. La idea es fortalecer el proyecto turístico y arqueológico de la zona para que los comuneros del sector den a conocer parte de su historia.
Con el apoyo del INPC un grupo de habitantes se capacitó en la elaboración de utensilios de cerámica para reproducir réplicas de los platos ceremoniales, figuras humanas, vasijas y más.
Víctor Pullupaxi, presidente de la Junta Parroquial de Sucre, asegura que la idea es que los turistas que vienen al museo se lleven un recuerdo. Además, que recorran el lugar.