El preestreno de ’50 sombras de Grey’ se realizó la noche del 12 de febrero del 2015. Foto: EL COMERCIO
Con la premisa de que las escenas que se proyectarían en la gran pantalla en los próximos 125 minutos no serían del todo escandalosas, los primeros espectadores -mujeres en su mayoría- ocuparon sus asientos.
La función nocturna (de preestreno en Cinemark) estaba reservada para quienes compraron sus entradas a tiempo: grupos de jóvenes universitarias y mujeres mayores de 30 años que asistían entre amigas y otras con su pareja.
La esperada película, adaptada de la novela erótica de E.L. James, inició tres traílers y dos avisos después. A las seductoras tonadas que provenían de los parlantes laterales- I put a spell on you de Annie Lennox- se sobreponían cuchicheos y risitas altisonantes.
Aun cuando se exhibieron las primeras imágenes de Anastasia Steele y Christian Grey los murmullos no pararon. Solo se hizo el silencio cuando la joven e inocente Steele habló.
La secuencia del primer encuentro entre los protagonistas de ’50 Sombras de Grey’, en la oficina de Grey, transcurrió entre risotadas de los asistentes. Una acción que se repetiría a lo largo del filme, quizás como camuflaje de emoción, nerviosismo o vergüenza.
En una sala repleta, salvo por las filas delanteras, y dominada por la audiencia femenina la atracción principal fue Christian Grey. María José de 20 años fue a ver la película principalmente por Jamie Dornan, la materialización en carne y hueso del magnífico multimillonario que se describe en el libro.
Así, cada sonrisa, guiño y exhibión de pectorales (y otras partes) de Dornan se tradujeron en codazos que María José propinaba a su amiga Ana y a su compañera de la butaca derecha. Y en el resto de la audiencia significaron murmuraciones momentáneas.
Después de la conocida escena del ascensor -un apasionado beso entre Ana y Christian- llegó en el primer cuarto de la película, la primera escena sexual. Un encuentro que Grey describiría como vainilla y en el que ambos actores se exhiben totalmente desnudos en el set, mas no ante la audiencia por el manejo de ángulos de la cámara.
En adelante, los grados Celsius de las secuencias van en aumento, sin llegar a ser en extremo detallados como en la novela y siempre bajo la premisa que antecedió a la proyección, de no ser demasiado escandalosos.
En palabras de María José y Ana, las escenas sexuales no fueron tan descriptivas como en el libro y las consideraron en general “frescas”.
Los puntos candentes del filme y que mantuvieron a los espectadores en silencio por poco sepulcral, salvo por un par de suspiros, sucedieron en palabras de Anastasia en el cuarto rojo del dolor/placer. Lugar en donde las prácticas sexuales adquieren tonalidades más oscuras.
La primera y sensual sesión de sexo de tipo BDSM inicia al ritmo de Crazy in Love de Beyoncé y ofrece un vistazo de los extravagantes gustos de Grey. Todo sucede en un sugestivo cuarto con paredes rojas, en donde guarda toda su variada colección de juguetes sexuales.
En adelante el filme transcurrió con rapidez, con más desnudos de Johnson que de Dornan y escenas de sexo expuestas al gusto de la cámara (es decir de la directora Sam Taylor Johnson), intercalando cortes y varios close-up. Los 125 minutos más esperados del año terminan con la promesa certera de una nueva entrega (en realidad de las adaptaciones de las dos siguientes novelas).
Con los créditos corriendo y las luces tenues recobrando algo de potencia María José confiesa que le gustó más la cinta que el libro, aunque Johnson le pareció de más edad que la Steele que se describe en la novela. En general, la adaptación le pareció aceptable al igual que a Ana quien sigue prefiriendo la historia original.