Desde el pasado lunes 8 de mayo, la mañana en Quito se caracterizado por un cielo nublado acompañado de lluvia. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Desde hace un tiempo atrás los quiteños dejaron de programar sus actividades en función del clima, pues el verano y el invierno abandonaron meses específicos y ahora aparecen varias veces durante un solo día.
Hay mañanas en las que los quiteños reciben los rayos del sol por un costado de las ventanas, y otras en las que la lluvia es la protagonista. También hay días en los que el sol aparece después de una lluvia intensa, capaz de inundar barrios enteros.
Esos cambios climáticos, precisamente, son los responsables de una serie de infecciones respiratorias, según la doctora Sandra Gavilanes, otorrinolaringóloga. Las más frecuentes son síndromes gripales, de congestión, carraspera.
De acuerdo con la especialista, se trata de infecciones leves, sin embargo, pueden complicarse tras una automedicación o por la ausencia de medicamento. Una rinofaringitis, por ejemplo, puede convertirse en rinosinusitis. Esta última es una respuesta inflamatoria de la mucosa de la nariz que causa dolor, malestar, irritación.
Un malestar de garganta, en cambio, puede convertirse en una amigdalitis bacteriana. Para tratarla se requiere de la guía de un especialista y de tratamiento con antibióticos. El seguimiento es el mismo cuenta se trata de daño en los bronquios.
Gavilanes explica que los virus son los responsables de la mayoría de infecciones y que aparecen por los constantes cambios de clima, y que en muchos casos ni la buena salud los ahuyenta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, por su parte, asegura que muchas enfermedades importantes son muy sensibles a los cambios de temperatura y pluviosidad. Entre ellas figuran enfermedades comunes transmitidas por vectores como el paludismo y el dengue, pero también otras grandes causas de mortalidad tales como la malnutrición y las diarreas.
El cambio climático ya está contribuyendo a la carga mundial de morbilidad y se prevé que su contribución aumentará en el futuro. Según esa misma organización, se estima que entre el 2030 y el 2050 el cambio climático causará unas 250 000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.
Por esa razón es importante prevenir usando vestimenta adecuada, cubriendo nariz y boca cuando se expone a bajas temperaturas, y cumpliendo con las principales normas de higiene. Tampoco está demás que lleve siempre un paraguas, hidratación y protector solar, pues según estudios las temperaturas extremas del aire contribuyen directamente a las defunciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sobre todo entre las personas de edad avanzada. En la ola de calor que sufrió Europa en el verano del 2003, por ejemplo, se registró un exceso de mortalidad cifrado en 70 000 defunciones, según la OMS.
Aplicando esas sugerencias y manteniendo una alimentación adecuada, balanceada y rica en vitaminas y minerales también reduce el riesgo de pescar una gripe o un resfrío y otras enfermedades de mayor complejidad.
La nutricionista Jeanette Heredia asegura que en el país hay decenas de frutas y vegetales con gran cantidad de esos micronutrientes. La vitamina C, por mencionar un caso, abunda en las fresas, papaya, kiwi, guayaba, lima, tomate, coliflor, perejil, pimiento rojo. El consumo óptimo es de cuatro porciones durante el día.