Santa Elena: El azúcar cuida su agua y sus cultivos

otos: mario faustos / el comercio Los cultivos tienen agua gracias a proyectos de embalses locales.

otos: mario faustos / el comercio Los cultivos tienen agua gracias a proyectos de embalses locales.

Los cultivos tienen agua gracias a proyectos de embalses locales. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO 

Gota a gota, la tierra de El Azúcar se va empapando. Los cerros que se entrecruzan alrededor de esta recóndita comuna del sur de Santa Elena están revestidos por plantas de pimiento, enramadas de maracuyá, hileras de ají y se pintan de dorado cuando la cosecha de maíz se aproxima.

Estas montañas, que tiempo atrás eran desérticas, cobraron vida alrededor de un gran espejo de agua. El embalse El Azúcar almacena un equivalente a 22 000 piscinas olímpicas. El líquido se distribuye por 22 kilómetros de canales y hace fructificar más de 3 360 hectáreas agrícolas.

A orillas de uno de los ramales del embalse, Shirley Andrade camina junto a los surcos que dividen su parcela. Con paciencia deposita granos reciclados de maíz en los agujeros que antes formó a lo largo de 25 hileras. “En tres meses tendremos choclos. Y si esperamos seis habrá maíz duro”, cuenta sin dejar de sembrar.

339 comuneros de El Azúcar y otros caseríos cercanos como San Rafael, Montalvo, Calicanto, Pechiche y Río Verde toman agua de la represa para sus sembradíos. Todos están acoplados al sistema de riego por goteo, un método aplicable a zonas áridas que permite el uso racional del recurso.

“Usamos lo justo. Así ahorramos y cuidamos el entorno”, dice Carlos Merejildo mientras enseña los pimientos que plantó hace casi dos meses. Las matas, de unos 50 centímetros de alto, son doblegadas por el peso de la hortaliza.

Su finca se extiende sobre lomas. Desde lo alto es posible divisar las enramadas cargadas con badeas y un papayal que le sirve de lindero.

Aquí hay cultivos permanentes de cacao, banano y plátano, que equivalen al 26% de la producción. Y cultivos semipermanentes, como la papaya, que alcanzan el 12%. El resto está ocupado por sembríos de ciclo corto de maíz, cebolla, sandía, melón y otros. Septiembre y octubre son los meses más fructíferos.

La presa fue construido en 1968 y se llenaba en el invierno. En el 94, la desaparecida Cedegé aumentó su volumen. Ahora está a cargo de la Empresa Pública del Agua y fue conectada por bombeo al embalse Chongón. En sus canales hay 192 tomas captación, que abastecen a 170 usuarios, entre personas naturales y jurídicas.

El diseño de El Azúcar le hace recordar a René Mejillones las viejas albarradas. “Antes, como los inviernos eran buenos, las ciénegas se llenaban”, cuenta el lugareño.

Los jagüeyes -como eran conocidas- saciaron la sed de los pueblos prehispánicos, asentados 3 000 años atrás en este y otros territorios de la Costa. Estudios de la Corporación Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de la Politécnica del Litoral recaban que su construcción se remonta a la cultura Valdivia, allá por los años 2 000 a 1 800 a. C.

Hoy, desde el carretero que conecta con la Vía a la Costa, se puede apreciar su majestuosidad. La laguna es parte de la lista de humedales del Ministerio del Ambiente y está rodeada por cactus y más vegetación nativa. Aquí sobrevuelan garzas, águilas, gavilanes, golondrinas y demás.

Así de diversa es la productividad de estos dominios ancestrales, aunque no siempre fue así. Roberto Orrala sabe que el nombre del sitio donde nació está ligado a dulces leyendas. “Los antiguos decían que había mucho cañaveral. Otros dicen que los aguaceros dieron forma de pan de azúcar a un cerro. Lo cierto es que la lluvia se fue y todo se secó”.

Entonces la represa revivió ese pasado. “Esta tierra es buena; da de todo”, dice Orrala. Y para protegerla, él y otros agricultores de sector usan abonos y fertilizantes orgánicos. “Son mezclas con ajo y cebolla. Así cuidamos las parcelas”.

En su finca de 10 hectáreas paga USD 50 al mes por el agua que recibe. Por ahora, una cuadra está destinada al ají.

La cosecha tardará unos nueve meses y cuando llegue ese tiempo el producto se irá a Santo Domingo. Por ahora, cada planta recibe unos dos litros de agua por hora, al menos dos veces al día, gota a gota.

Trabajo

Siete bancos comunales aprovechan el recurso para agricultura y ganado caprino.

Clima

Su clima varía entre los 23-32 grados centígrados. El verano es la mejor época de siembra.

Población

La comuna se creó en 1949. Tiene 350 casas donde viven unas 2 000 personas.

Etnia

Se hallaron vestigios de los Machalilla, Engoroy y Manteño-Huancavilca.

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