El “problema de la fiesta de cóctel”, una metáfora muy conocida en el sector de las ciencias de la cognición, fue estudiado por científicos japoneses mediante un robot que permitió identificar cómo funciona el cerebro para diferenciar los elementos conocidos en situaciones de confusión y ruido.
En medio de una multitud, o durante la confusión de una fiesta, dirigir la cabeza hacia el interlocutor ayuda a entender mejor porque ese desplazamiento de la cabeza provoca un “reajuste” que mejora las capacidades auditivas.
Lo comprobó el estudio realizado por investigadores japoneses de los laboratorios NTT de Ciencias de la Comunicación, publicado en la revista de la Academia de Ciencias Norteamericana (PNAS) y efectuado gracias al uso de un “robot escucha”. El “problema de la fiesta de cóctel” consiste en tratar de “comprender los mecanismos que nos hacen capaces de reconocer una voz en particular o un sonido extrapolándolo de un contexto ruidoso o con muchos sonidos que se suman entre sí” , explicó Stefano Nolfi, del Instituto de Ciencias y Tecnologías de la Cognición del Centro Nacional de Investigación italiano.
Para echar luz sobre esta capacidad, los científicos japoneses pidieron a algunos voluntarios que escucharan una combinación sonora dada por dos tonalidades diferentes.
En un primer momento, exactamente como en una fiesta ruidosa, el sonido fue percibido como un rumor cacofónico, pero en el término de pocos segundos los voluntarios pudieron aislar un tono de otro.
Luego los investigadores utilizaron un robot humanoide como oreja virtual, conectado a un micrófono y capaz de mover la cabeza imitando las posturas humanas. Los científicos revelaron que el movimiento de la cabeza provoca inmediatamente después de efectuado un restablecimiento parcial de la percepción: el cerebro reelabora las informaciones relativas tanto a la posición de la cabeza como a las señales auditivas.
“La percepción -agregó Nolfi- es un fenómeno activo y el estudio demuestra que el movimiento de la cabeza influye en la percepción del sonido”. Los autores del estudio sugieren, además, que el movimiento de la cabeza ayuda asimismo a analizar las sutiles diferencias de los sonidos que llegan a cada oído, y que se son integrados de inmediato en una percepción global del ambiente.