Cuando te preguntan qué presa del pollo prefieres comer, ¿qué sueles decir: pechuga o pierna? Quizás aquellos que optan por la primera lo hacen porque sienten que su carne es de mayor calidad y porque piensan que es más saludable; mientras que los que siempre eligen la segunda probablemente lo hacen porque la pechuga les parece muy seca.
Cada uno tiene derecho a comer lo que más le guste, pero también tenemos derecho a saber cuáles son las características y propiedades de lo que nos estamos llevando a la boca.
Empecemos hablando de la carne de pollo en general. “Es muy fácil de digerir. Además, por su versatilidad en el modo de cocinado, es un alimento muy adecuado en dietas de control de peso, siempre y cuando se elijan las piezas del animal más magras, se elimine la piel y se prepare a la plancha o al horno”, dijo la nutricionista Ana Cecilia Véliz.
Otro de los grandes beneficios de esta ave, según nos explicó Sandra Wages, nutricionista de la Asociación Peruana de Avicultores, es que, si la comemos sin piel (entiéndase el pellejo), estamos ingiriendo la misma cantidad de proteínas (20%) que la carne de res y, sobre todo, solo un promedio de 3% de grasa.
Hay que hacer hincapié en un detalle: la recomendación es comer solo la carne del pollo y no el pellejo. En caso contrario, estaremos consumiendo alrededor de 15% de grasa, lo que se traducirá en colesterol.
¿Pierna o pechuga?
Olvidémonos por un momento de qué es lo que nos gusta más y remitámonos a las variables nutricionales.
Lizette Ganoza, nutricionista del Instituto de Investigación Nutricional, nos dijo que si bien tiene más grasa (1,24% sin piel y 9,25% con piel), la pierna tiene más hierro que la pechuga. Por eso es que la carne es más oscura. Para ser más específicos: por cada 100 gramos de carne sin pellejo, la pierna aporta 1,02 miligramos de hierro; mientras que la pechuga solo tiene 0,72 miligramos.
Si hablamos de las proteínas, de acuerdo a datos brindados por la doctora Véliz, los muslos tienen menos que la pechuga.
No nos olvidamos de otras partes del pollo que también son muy consumidas: las vísceras y las patas. “Las vísceras en general tienen más grasa que la carne. La ventaja es que, por ejemplo, el hígado es muy rico en hierro y en el Perú tenemos un gran problema de deficiencia de hierro (uno de cada dos niños y una de cada tres mujeres en edad fértil sufren de anemia ferropénica)”, añadió Wages.
Las patitas, que generalmente se echan en las sopas de casa, están compuestas básicamente por colágeno. “Es una proteína que no se utiliza muy eficientemente por el cuerpo, pero que es importante porque tenemos colágeno en las uñas y el pelo”, explicó Wages.
A la brasa
En general, los tipos de cocción más saludables son aquellos que no involucran el uso de aceite. Por eso, se recomienda preparar el pollo a la plancha, al horno o hervido.
“Cuando tú fríes una carne (sea la que sea), definitivamente este alimento va a absorber la grasa que pongas en la sartén. ¿Cómo puedes saber cuánta grasa está absorbiendo? Si tú pones un cuarto de taza de aceite en la sartén, fríes tu pedazo de carne y, después, el aceite que queda lo pones en la taza medidora, vez cuánta grasa ha absorbido”, señaló la nutricionista Sandra Wages.
¿Y qué sucede con el pollo a la brasa, uno de los platos favoritos y más consumidos por los peruanos? Pues, como ya se ha dicho, lo mejor sería evitar comer el pellejo. Sí, aunque esa sea una de las partes más ricas. Si crees que será muy difícil no hacerlo, toma nota de este consejo: “Si vas a comer pechuga, cómete solo el pellejito del ala que es la parte más crocante”.
Y como en la moderación está la clave, la especialista sugiere que comamos una sola presa de pollo a la brasa a la vez y que escojamos uno que haya sido preparado en un horno eléctrico y no de carbón, ya que estos últimos producen compuestos que pueden ser cancerígenos.