La familia de Monseñor Luis Alberto Luna Tobar agradeció ayer a las personas que han demostrado interés por el estado de salud del ex Arzobispo de Cuenca.Santiago Bustamante, sobrino del sacerdote, dijo que Monseñor se está recuperando y que “por prescripción” médica se le restringieron las visitas. Además, “en la casa hogar en donde se encuentra reposan otros adultos mayores y el flujo de visitantes puede afectar su calma y la tranquilidad”, refirió Bustamante.
Hace más de un mes, Luna Tobar fue trasladado a la casa para adultos mayores Plenitud, ciudad de la Alegría, ubicada en el sector de la Mena, en el sur de Quito.
El sitio fue construido con la lógica de un hotel cinco estrellas con habitaciones alfombradas, televisión y baño privado.
En Cuenca se desconocía sobre el traslado del sacerdote y por ello la noticia causó ayer conmoción. Los medios locales hicieron eco de la publicación que hiciera este Diario anteayer y no tardaron en aparecer reacciones de amigos y ex compañeros del clero.
Luis Cabrera, arzobispo de Cuenca, aseguró que hace unos dos meses Cecilia Luna Tobar visitó a su hermano Luis Alberto en su domicilio, ubicado en el norte de la capital azuaya. Ella le dijo a Cabrera que Monseñor estaba al cuidado de Rosa Flores. Esta cuencana fue contratada por la Arquidiócesis de Cuenca y por la Fundación Donum, para que ayudara a Luna Tobar y controlara que Monseñor tomara sus medicinas.
En esos días, monseñor Luna decidió ir de vacaciones a Quito con su hermana, para distraerse, como ya lo había hecho en otras ocasiones. Pero su estado de salud se deterioró a causa de su enfermedad de Alzheimer. Presentó un cuadro bajo en sodio y por ese motivo lo internaron en la Clínica Pichincha, en el norte de la urbe.
Su sobrino confirmó que por esta causa debía permanecer en Quito hasta recuperarse. “No podía ni siquiera subir a un avión, peor aún hacer un viaje largo”.
El quebranto en su salud hizo que sus familiares y la Arquidiócesis de Cuenca buscaran un lugar en donde se pudiera garantizar su cuidado.
En primera instancia se pensó en la residencia sacerdotal de Quito, pero su alojamiento no fue posible porque la habitación para huéspedes estaba en reparación y no prestaba las condiciones necesarias. Se optó por llevarlo al hogar para adultos mayores en donde se encuentra hasta el momento. Allí tiene una enfermera particular que lo cuida y también hay profesionales de la salud como fisioterapistas y psicólogos.
Para que su estancia sea acogedora, su familia llevó las pertenencias de su hogar en Cuenca. Sin embargo, Monseñor no ha ocultado su deseo de regresar a su “Cuenca querida”, para pasar sus últimos días. Esto, por el momento, no podrá concretarse según su sobrino. Dice que esta semana habló con él y que tiene problemas para valerse por sí mismo.
Aunque Monseñor habla con soltura sobre su afición a los toros, sobre la universidad y la filosofía, a veces no logra estructurar oraciones coherentes.
El Arzobispo de Cuenca viajará el próximo lunes a Quito con el propósito de conocer cómo avanza la recuperación y el estado de ánimo de Luna Tobar. “Él no está en condiciones de tomar decisiones, es un dato que hay que decirlo con todo respeto y claridad”, comentó Cabrera.
Mañana, en la reunión mensual que tiene el clero de Cuenca, se evaluará la situación en forma coordinada con su familia y se verá qué conviene a monseñor Luna Tobar. Él llegó a Cuenca en 1981 y se convirtió en uno de los hijos preferidos de la ciudad.
Luna Tobar marcó distancias con los grupos tradicionales del catolicismo y fue su duro crítico. Estuvo de lado de la teología social y creía que el trabajo del sacerdote era ayudar a los más desposeídos. Abanderó las reinvindicaciones de los movimientos indígenas, campesinos, trabajadores y de los emigrantes.
“Creo en el Cristo que vive en el pobre, no en el que se crucifica con él”, dijo a este Diario en una entrevista realizada el 5 de febrero del 2006.
En marzo de este año, se vio a Monseñor por última vez en público. Recibió un reconocimiento de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión y de sus fieles.
Ellos lo recordaban también por la forma de predicar el evangelio. “No hay peor cosa que una homilía aburrida, porque la gente se duerme. El humor no deja de ser sagrado, es parte de la inspiración humana, un don de Dios. Quisiera que haya un canon que diga prohibido un sermón que dure más de cinco minutos”.
Cuando fue consultado sobre la hora que deberá ir al cielo aseguró: Pedro es una figura simpática, cuando me encuentre con él le diré: Yo pecador y él me responderá: ingrese, ya somos cuatro.
Algunas fechas clave
El 15 de diciembre de 1923 nació en Quito. Es hijo de Moisés Luna Andrade, abogado, y de Ana María Tobar Donoso. Es el séptimo de 13 hermanos.
En 1938 viajó a España para enrolarse en el comunidad Carmelita y seguir con sus estudios religiosos, durante la Guerra Civil Española.
En 1941 se ofreció como soldado durante el conflicto entre Perú y Ecuador. Se presentó ante el Cónsul ecuatoriano en Sevilla, pero no fue aceptado.
En 1946 , a los 22 años, se ordenó sacerdote en la Cartuja de Miraflores en Burgos.
El 23 de noviembre de 1946 ofreció su primera misa en la iglesia de Santa Teresita, en el Ecuador. Desde entonces fue párroco hasta 1968.
En 1977 fue designado Obispo del Cardenal Pablo Muñoz Vega, Arzobispo de Quito.
En 1998 renunció al Arzobispado. En octubre apoyó la protesta de 17 sacerdotes azuayos por el bono de la pobreza.
En el 2010 recibió homenajes en Quito, Cuenca y Guayaquil. El cineasta ecuatoriano Santiago Naranjo presentó un documental sobre monseñor Luna Tobar.