Las autoridades buscarán impulsar y fortalecer las costumbres, los rituales, las artesanías y el idioma kichwa de esta comunidad asentada en el cantón Pelileo, en la provincia de Tungurahua. Foto: Modesto Moreta / EL COMERCIO
Salasaka festejó con baile y música la declaratoria como Patrimonio Cultural Intangible Nacional. La celebración se cumplió en la casa Parroquial hoy, viernes 5 de enero del 2018. Las autoridades buscarán impulsar y fortalecer las costumbres, los rituales, las artesanías y el idioma kichwa de esta comunidad asentada en el cantón Pelileo, en la provincia de Tungurahua.
Manuel Caizabanda, alcalde de Pelileo, explicó que la idea de la declaratoria ayudará a impulsar proyectos que estén dirigidos a preservar la cultura y los saberes ancestrales del pueblo Salasaka. “Gestionamos desde el 2009 para que el Instituto de Patrimonio Cultural, pero la burocracia impidió que este objetivo se lograra. Actualizamos el proyecto y los jóvenes de la comunidad presionaron para que se aprobara la declaratoria. Ahora esperamos que se publique en el Registro Oficial”.
Contó que realizarán reuniones para definir una festividad que identifique al pueblo Salasaka para impulsarla cada año. El propósito es que el pueblo sea reconocido a escala nacional e internacional.
A la sesión de trabajo arribaron los capitanes (priostes), músicos y artesanos del pueblo para conocer los alcances de la declaratoria. “Es importante la resolución adoptada por la Asamblea Nacional porque tendremos la posibilidad de que nuestras tradiciones, la sabiduría ancestral, las artesanías, la música y danza autóctona que es nuestra identidad”, afirmo Martha Chango, concejal de Pelileo.
Salasaka es reconocida por el tejido de tapices con diferentes diseños. También de los ponchos blancos y negros, que son parte de la vestimenta de los varones. Están elaborados en telares manuales y con el hilo que las mujeres del pueblo hilan del guando. Chango explicó que desde niñas sus mamás les transmiten esos conocimientos. Con los dedos de la mano izquierda desprende la fibra apilada en un madero de 25 centímetros de largo y le convierte en un hilo delgado.
La materia prima la envuelve con la mano derecha en un sigse puntiagudo. Y esta es utilizada para tejer los anacos y bayetas que son parte de su vestuario tradicional de las mujeres.