Britto se reconoce fácilmente por sus bloques de color plano entre bordes negros y su ausencia de comentario social. Foto: Agencia AFP
Quienes lo critican lo bautizaron como el ‘Paulo Coelho de las artes visuales‘, pero para el pintor, escultor y creador Romero Britto el mote es un elogio. Después de todo, Britto y el escritor de autoayuda no sólo son amigos, sino que ambos son reconocidos exponentes de un Brasil que los rechaza.
Britto se reconoce fácilmente por sus bloques de color plano entre bordes negros y su ausencia de comentario social. Su llamado “arte de la alegría” es símbolo de Miami, donde el pernambucano vive desde hace 30 años.
Su marca, a medio camino entre el souvenir y el arte neo-pop, es visible -e ineludible- en parques y plazas de la ciudad; y sus corazones y lunares de colores proliferan en los comercios gracias a acuerdos con titanes como Disney, Coca Cola y Mattel.
“Miami es una ciudad donde la gente llega con muchos sueños y esperanzas”, cuenta a la AFP el artista de 53 años en su estudio en el vecindario de Wynwood. “La gente viene de vacaciones con su familia, pasa un buen rato y luego tiene buenos recuerdos. El espíritu de esta ciudad es la diversión”, explica.
Y, según él, ese mismo espíritu es el que define su obra. En su tienda en Miami Beach puede comprarse desde una tetera de 75 dólares hasta cuadros por varios miles. Mientras, en la casa de subastas Sotheby’s, un retrato de John y Jacqueline Kennedy con corazones en las mejillas se vendió en 2015 por USD 250 000.
“A través de mi arte quiero comunicar alegría, un mensaje positivo y las cosas buenas de la vida, porque mi trabajo, a medida que estoy creando, también se me devuelve. Cuando veo mi arte, cuando está terminado, me siento feliz”, afirma.
Sin embargo, no es sólo alegría lo que Britto recibe de vuelta. Al buscar su nombre en la prensa brasileña, abundan los reportajes que intentan explicar la animadversión que provocan sus colores.
“Mientras los demás me critican, yo estoy creando mi arte”, responde Britto, acostumbrado a lidiar con sus detractores.
“No estamos familiarizados”
Su Brasil natal no le da el amor que en cambio Britto sí recibe en Miami. En un grupo de Facebook, más de .000 personas comentan las obras del ‘mestre Britto’. Carteras, tazas, vestidos y paraguas con los diseños del artista son motivo de burla entre los miembros del espacio ‘Brittolândia‘.
“El amigo secreto es siempre muy injusto, tú das un Van Gogh y recibes un Romero Britto”; “¿Ya imaginaron si Donald Trump decide deportar a Romero Britto?”, son algunos de los posts más comentados por los usuarios que sellan cada ironía con la doble t de Britto.
“Conquistó 100% del rechazo de nuestro mercado”, comentó el representante del espacio brasileño Bolsa de Arte, Jones Bergamin, en una entrevista a Folha de S. Paulo en 2015. Britto se defiende comparando su caso con el del español Pablo Picasso: “No soy el único artista que la gente critica por ser exitoso”.
En los tiempos que corren, los representantes del sector en Brasil no están muy dispuestos a hablar de él. Solo la mención de su nombre desata respuestas como “no trabajamos con sus obras” o “no estoy familiarizado con su trayectoria”.
Maria Amélia Bulhoes, presidente de la Asociación Brasileña de Críticos de Arte, explicó a la AFP en Sao Paulo que Britto “tiene su mérito a nivel gráfico, pero en realidad no se ha consolidado en la escena artística brasileña”.
Añadió que para consolidarse en la escena artística tradicional es necesario el apoyo de las instituciones. En cambio, Britto se mueve en una esfera comercial.
Desde otoño con Slim
Romero Britto nació en Recife, en el noroeste de Brasil, en una familia de nueve hermanos. Autodidacta, comenzó a pintar con los dedos sobre cartones porque no tenía recursos para comprar los materiales.
Es el recuerdo de su origen lo que lo impulsa a hacerle llegar su arte a todo público. “Por eso hago tantos proyectos, por eso quiero alcanzar a las masas”, dice. En mayo del año pasado, firmó un contrato con el magnate mexicano Carlos Slim para vender ropa, carteras y objetos del hogar con el sello Britto en tiendas del Grupo Carso en Latinoamérica. La colección saldrá a la venta este otoño boreal.
Su carrera se catapultó en 1989, cuando firmó un contrato con Absolut Vodka. Desde entonces vinieron acuerdos con otras grandes corporaciones y su arte llegó incluso a las Naciones Unidas en Nueva York.