Para el determinar la presencia de fármacos en el río Machángara se tomaron muestras de agua en tres sectores. Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO
Un grupo de investigadores nacionales junto con el ingeniero químico Luis Cumbal de la Escuela Politécnica del Ejército (Espe) y dos expertos israelitas Ovadia Lev y Jenny Gun tardaron cerca de un meses en tomar muestras de agua de tres caudales de Quito (San Pedro-Machángara- Guayllabamba-Esmeraldas) para determinar la presencia de fármacos.
En el caso del río Machángara, una de las vertientes que atraviesa la capital, las tomas se realizaron en tres sectores. El primero fue en Quitumbe, en el sur de la ciudad; la segunda fue en el sector de La Recoleta, en el centro. Hasta ese lugar llegaron los investigadores, protegidos con guantes y una mascarilla para tomar las muestras.
El agua recolectada fue almacena en pequeños recipientes que después de un tratamiento previo se la llevó hasta la Espe. Ahí se las clasificó y como en el Ecuador no existe el equipo adecuado para analizar la presencia de contaminantes emergentes (farmacéuticos y productos de cuidado personal)las muestras fueron trasladadas en avión hasta Israel.
Para ello fue necesario congelar el agua. “Cuando los investigadores Lev y Gun regresaron a su país, se llevaron una parte de las muestras”, indicó Cumbal.
Después de un mes, los resultados se conocieron y fueron publicados en una revista científica de Inglaterra.
Sustancias como la carbamazepina, un medicamento que se utiliza en el tratamiento de enfermedades como la epilepsia, y el acesulfame, un tipo de edulcorante, fueron los contaminantes emergentes más persistentes, porque permanecen estables a lo largo de los ríos.
Otra de las substancias encontradas y que llamó la atención de los investigadores fue la masa total de cocaína (suma de la cocaína y la benzoilecgonina, su principal metabolito que se elimina a través de la orina). Ese compuesto se incrementó a lo largo de la corriente, lo cual puede atribuirse a la coca silvestre y a plantaciones existentes en los bordes de los ríos, indicó Cumbal.
Los expertos buscan que su investigación continúe, pero para ello -señalan- se necesita recursos. Un equipo que se utiliza para hacer este tipo de análisis cuesta USD 600 000.