El río Chambo, principal afluente del Pastaza, está contaminado. Lo confirma el estudio preliminar sobre la calidad de agua que realizan los técnicos de la Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas (CESA) en Chimborazo.
La investigación empezó en noviembre pasado, a un costo de USD 140 000. El financiamiento proviene de la Agencia de Aguas de Normandía (Francia) y cuenta con el apoyo del Laboratorio de Calidad de Agua de la Escuela Politécnica de Chimborazo (Espoch). El estudio completo estará listo en octubre.
La contaminación del afluente empieza en el río Guamote. Este forma, aguas abajo, el Chambo. Cuando se une con el Patate se forma el Pastaza.En su recorrido de 273 km recibe las descargas de las aguas residuales de industrias, hospitales y viviendas que producen 300 000 habitantes de los cantones Alausí, Guamote, Colta, Chambo, Riobamba, Guano y Penipe. El 50% de la población habita en Riobamba. Las aguas negras se vierten sin tratamiento a la cuenca del Chambo.
Marlene Barba, coordinadora del proyecto de Gestión Integral de la Cuenca del Río Chambo, dice que el estudio tiene un 95% de avance.
La información que recopilan los especialistas se orienta en cuatro parámetros: la medición del oxígeno en el agua y los metros cúbicos que se emplean para abastecer a la población. Además, el análisis microbiológico, coliformes totales y fecales; el análisis químico, de nitratos y fosfatos y la medición de invertebrados y biológicos.
“Los resultados ayudarán a precisar la calidad del agua que tenemos y los acciones para la descontaminación. Buscamos un manejo integral de la cuenca para conseguir agua limpia para la agricultura y el consumo humano”, señala Barba.
Tras la evaluación de los primeros datos, los técnicos determinaron que los ríos Guamote, Chibunga y Guano son los más contaminados de la cuenca. Los técnicos confirman también que el Guano recibe las aguas residuales de las fábricas de textiles y de curtiembres de la zona.
El Chibunga y el Guamote reciben las descargas de las aguas servidas de las ciudades y poblados que se levantan a lo largo de esos afluentes.
“Las autoridades deberían hacer algo. Nos preocupa que el tema del agua esté relegado en los planes cantonales municipales”, señala Barba.
Los técnicos Hugo Rivera y José Coba se encargan de recopilar, en frascos de cristal y recipientes plásticos, las muestras de agua de los ríos. El pasado lunes recorrieron las riberas del Guano. Allí, midieron la temperatura del agua, el oxígeno y recogieron otros datos.
En Guano, según los técnicos, solo una de las cinco textileras y curtiembres que funcionan en el cantón cuenta con un sistema para el tratamiento primario de las aguas residuales. Esas aguas contienen cromo, colorantes no permitidos y sulfato de amonio.
En el Laboratorio de Calidad de Agua de la Facultad de Ciencias de la Espoch, microscopios y otros equipos se utilizan para analizar los líquidos. Gina Álvarez, encargada del centro, explica que su trabajo es confirmar las sospechas de los técnicos de CESA. Los estudios son físico-químicos, bacteriológicos y biológicos. “Los ríos están afectados en un alto grado por la contaminación biológica”, dice Álvarez.
La basura cae en el Chibunga
Un estudio realizado en el río Chibunga por el Centro de Estudios y Acción Social (CEAS) de la Diócesis de Riobamba, detectó que la contaminación empieza aguas arriba. Los poblados asentados a lo largo de 20 km arrojan basura al cauce.
Ana Lucía Bustos, técnica del CEAS, precisa los datos. “ 2 500 personas habitan El Guabo, Rumipamba, Shobol Llin Llin, San Juan y Calera Shobolpamba. Y se descargan las aguas residuales sin un tratamiento previo”.
El Chibunga, en consecuencia, recibe grandes descargas de materia orgánica al día. Por ejemplo, Shobol Llin Llin arroja 227 kilos (kg) de basura; San Juan, 83,77 kg y Calera Shobolpamba, 232 kg.
A esto se suman otros 2 000 kg de materia orgánica de los animales que pastan en las riberas de los ríos. Pero el problema se agrava al pasar por Riobamba, donde se descargan las aguas servidas de 150 000 habitantes.
María Cuvi, agricultora, riega con agua del Chibunga sus cuatro cuadras de plantaciones de brócoli, arveja, papas, col, manzanilla y lechuga. Como ella, otras 30 familias hacen igual sin percibir el peligro sanitario.