El largo afluente es un limite natural entre Ecuador y Colombia. Foto: Cortesía de la Prefectura del Carchi.
El río Carchi parece una gran serpiente recostada en la frontera entre Carchi (Ecuador) y Nariño (Colombia). La cuenca hidrográfica está rodeada por montañas repletas de sembríos de papas, pastizales para la crianza de ganado vacuno y pequeños bosques.
La mayoría de habitantes de esa geografía son descendientes del pueblo Pasto. La agricultura es su principal actividad económica; mas están preocupados por la contaminación que sufre el afluente, por las descargas de aguas servidas y agroquímicos.
Es por eso que en el lado ecuatoriano se desarrolla el proyecto Prodecarchi, que busca mejorar la calidad del líquido vital.
Se trata de una iniciativa que busca incrementar la calidad de vida de 45 mil habitantes de los cantones Tulcán, Montúfar y Espejo. Así lo explica Mery Montesdeoca, coordinadora del proyecto, que es impulsado por la Prefectura del Carchi.
Prodecarchi trabaja en tres ejes: la protección de las fuentes de agua, conservar la naturaleza y mejorar la producción agrícola y ganadera.
“La falta de agua para el consumo humano y para la agricultura siempre ha sido un problema”, comenta Segundo Yandún, originario de Guamag, Tulcán. Es por ello que los campesinos están entusiasmados con el plan para recuperar el río Carchi.
Dentro de esta dinámica, los indígenas de esta zona de la frontera se transformaron en aliados estratégicos.
El área de intervención incluye las Comunas del Sur y La Esperanza y las parroquias Tufiño y Urbina, del cantón Tulcán. Además la parroquia Cristóbal Colón, de Montúfar. Y, La Libertad, de Espejo.
“Estos sitios son reductos del pueblo Pasto. Hubiéramos querido que toda la zona de frontera se identifique con esta etnia, pues somos un solo pueblo dividido por la linea limítrofe”, señala Ana Bolaños. Ella es líder de la organización de las comunidades de El Mirador de los Pastos, situada en el cantón Tulcán.
En la cima de la montaña de esta última comuna explica que hay 40 familias que están empeñadas en recuperar el entorno comunitario, que se extiende entre los ríos Tajamar y Carchi.
Uno de los retos es reemplazar los centenarios árboles de eucalipto, que secan el suelo, por plantas nativas.
Por lo pronto han recuperado tres hectáreas, consideradas tierras comunitarias. Ahí se plantan especies, como el arrayán, aliso, acacia púrpura y ciprés. La meta es plantar 10 especies nativas por cada árbol de eucalipto que se tala.
En un terreno junto a su vivienda, Bolaños también está recuperando especies vegetales comestibles. Entre otras están: el feijoa, también conocida como guayaba del Brasil, un fruto similar a un higo verde pero muy fragante. Otra es el eugenio, que produce una variedad parecida a la manzana. Además está la jícama, que es un tubérculo de sabor dulce.
Uno de los componentes de este proyecto es la instalación de una granja demostrativa para enseñar que esta zona es apta para el cultivo de hasta 20 productos, entre otros: col, rábano, lechuga, zanahoria, remolacha, acelga, espinaca. Con el proyecto, que tiene dos años de duración, también se protegerán 30 fuentes de agua. Para ello se trabajará en la regeneración de páramos de Tulcán, Montúfar y Espejo, vecinos del afluente.
Así, mientras que en las cimas de las montañas se recuperarán los sitios de captación de agua, en el río Carchi se busca descontaminar las aguas. Se tiene prevista la construcción de dos plantas de tratamiento de aguas residuales, en Tufiño, y en la comunidad de Tetés.
Asimismo,se creará un aula de capacitación en el Centro Agrícola de Tulcán. La obra incluirá parcelas demostrativas para formar a los campesinos en temas de riego tecnificado. A la par, el proyecto incluye la implementación de una clínica veterinaria móvil.
Producarchi cuenta con un fondo de 850 000 euros (USD 955 000), financiado por la Unión Europea. La idea es que luego esta iniciativa ambiental se replique en el lado colombiano de los Pasto, en el departamento de Nariño.