La sexta entrega de ‘Misión Imposible’ transcurre en medio de una lucha entre espías, contra espías y un grupo anarquista. Foto: Outnow.ch.
Cuando parecía que la veterana franquicia de ‘Misión Imposible’ había ofrecido sus mejores secuencias de acción y estirado la trama hasta el empalago, el actor Tom Cruise, el director Christopher McQuarrie y el productor J.J. Abrams vuelven a reunirse para hacer de las viejas fórmulas del cine de espías un espectáculo formidable, con el estreno de ‘Misión imposible: repercusión’, que fácilmente podría ubicarse como la mejor entrega de la serie.
Esta es la segunda vez que estos tres experimentados profesionales de la industria colaboran en un largometraje de la saga después de ‘Misión imposible: nación secreta’ (2015).
Aunque McQuarrie escribe guiones desde 1993, este es apenas su cuarto filme como director y el tercero junto con Tom Cruise, consagrado héroe de acción, que retoma el protagónico como el agente secreto Ethan Hunt.
En el aislamiento de una casa de seguridad en algún lugar de Europa, el agente Hunt recibe, por sexta ocasión en 22 años, un paquete que contiene información clasificada sobre algún delito transnacional con repercusiones mundiales y que, como de costumbre, se autodestruye en pocos segundos, para dar paso a la clásica melodía compuesta por el argentino Lalo Schifrin, que marca el inicio de cada nueva historia.
En esta ocasión, la misión de Hunt, si decide aceptarla, lo pondrá de vuelta en el campo de operaciones para intentar recuperar tres armas de destrucción masiva que piensan ser usadas por una organización autodenominada como Los Apóstoles, en un atentado terrorista, con implicaciones políticas y religiosas.
Para mantener vivo el interés del espectador, la cinta vuelve a subir las apuestas artísticas y creativas.
Las incontables y extremas escenas de combates, persecuciones, escaladas y saltos al vacío han mantenido en forma al protagonista, que a sus 56 años sigue empeñado en no dejar que un doble de acción lo reemplace en las escenas de riesgo. Esta vez, la decisión le costó una lesión en el tobillo al fallar en un salto libre entre dos edificios, pero que también le dio la oportunidad de ser el primer actor en completar, frente a las cámaras, un salto a 8 000 metros de altura y abriendo el paracaídas por debajo de los 600.
Dos hazañas que son parte de un extenso menú que completa el espectáculo visual, que tiene como premisa la velocidad, el vértigo, el desafío a la gravedad y una sensación permanente de peligro.
La historia, que empieza en Belfast y termina en Cachemira, explota al máximo la luz, los colores, arquitectura y geografía de cada locación, con una trama que lleva al extremo la idea de la cuenta regresiva hacia la catástrofe y en la que hasta el último minuto se van intercalando pequeñas historias de romance, amistad y traición, en un ágil montaje que sobrepone la acción al desarrollo de ideas como el anarquismo, el poder y el control.
La misión cuenta con personajes familiares entre los que aparecen el leal Luther (Ving Rhames), el astuto Benji (Simon Pegg), la peligrosa Ilsa (Rebecca Ferguson) o la abnegada Julia (Michelle Monaghan) y que también se refresca y beneficia de figuras como Vanessa Kirby y Henry Cavill y su bigote, a quien le ha ido mejor como el oscuro personaje de August Walker, que vestido de capa y malla, en uno de los ‘blockbuster’ más vibrantes de la temporada.
Video: YouTube, cuenta: Paramount Pictures