David Harutyunyan deja la dirección de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, por desacuerdo con la nueva Ley de Cultura. El director llevará la batuta del conjunto en un último concierto este martes. La mañana de este lunes 19 de noviembre ensayó con los músicos en el Teatro Sánchez Aguilar. Foto: Jofre Flores / EL COMERCIO
Aduciendo incompatibilidad de sus convicciones artísticas con los conceptos que introduce la nueva Ley Orgánica de Cultura, David Harutyunyan, director de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG), deja la institución tras 14 años llevando la batuta del conjunto.
La decisión provocó que el presidente de la OSG, el violinista Jorge Saade Scaff, representante del Ministro de Cultura y Patrimonio en el directorio, renunciara a su cargo, al considerar “un error” la salida del director armenio-ecuatoriano. “La ley de cultura está soldando a esta dependencia de forma institucional al Ministerio, ente rector del sistema y patrón, todo es más burocrático”, indicó Harutyunyan.
“Hay una perdida de la autonomía total, desde la cosa más importante que es el presupuesto, con el que haces invitaciones, contratas músicos y espacios, cubres las necesidades. Con la Ley todo hay que pedir a Quito para que te den permiso”, dijo.
El director artístico dice que prefirió no buscar la renovación de su contrato anual, que según palabras de Saade tampoco iba a ser renovado por el Ministerio.
Harutyunyan destaca entre las atribuciones que la Ley otorga al ente rector del Sistema Nacional de Cultura, el Ministerio, palabras como definir, coordinar, evaluar, incentivar, generar, desarrollar, ejecutar y dictar. Y se pregunta dónde entra el papel del músico y del director de una orquesta en la norma jurídica.
“Me dictan, me definen, me regulan, me sistematizan, me crucifican y me dan el gigante favor, la oportunidad de estar en el escenario”, dijo el músico, quien mencionó que la OSG se quedó sin escenario desde abril de 2016, tras daños ocasionados por el terremoto.
Al director armenio, que se nacionalizó ecuatoriano en 2008, y que tiene un hijo ecuatoriano, también le molesta el hecho de que según él siempre se estaba tratando de minimizar el “trabajo significativo” de la Orquesta. “Me están diciendo que la Sinfónica de Guayaquil es un mito, que yo soy el gran maquillador, que me señalen las imperfecciones en el escenario, que me las expliquen”, sostuvo.
También explicó que desde su visión los cambios que propone la Ley, incluyen un control y centralización de lo que las orquestas deberán tocar, una ingerencia política en lo artístico. “Varias veces me reclamaron por tocar música europea. ¿Quién dice qué debes tocar, quién decide lo que debes escuchar? (…) Desde hace seis años viene apareciendo la fórmula de la descolonización, contra la europeización”, agregó.
Saade Scaff, hasta el martes de la semana pasada presidente de la Sinfónica, dijo que cuando el Ministro le llamó a informarle que no iban a renovar el contrato de Harutyunyan, trató de convencerlo de que era una equivocación.
Pero era una decisión tomada. Como era representante del Ministro en el directorio, tuvo que hacerse a un lado y renunciar, pues no compartía la decisión, explicó.
“Conozco el trabajo de David desde el 2003, fui integrante de la orquesta y he visto crecer su nivel artístico y musical”, indicó Saade. “He tocado con de 50 orquestas alrededor del mundo, conozco a las orquestas del continente y la OSG es una Sinfónica de nivel internacional, gracias al trabajo de David”.
El Ministerio resalta problemas administrativos en la OSG
Ante las declaraciones brindadas por el director saliente de la OSG), el Ministerio de Cultura y Patrimonio aclaró en un comunicado que la nueva Ley de Cultura define a las orquestas sinfónicas del país como entidades operativas desconcentradas, con el fin de que manejen su presupuesto y tomen las decisiones correspondientes.
“Los aspectos creativos y artísticos como lo referente al repertorio, no serán definidos jamás en ninguna instancia o departamento del Ministerio”, subraya el comunicado.
Según la cartera de Estado, la Ley homologa los modelos de gestión de las orquestas en el país y garantiza su correcto funcionamiento en los aspectos administrativo y financiero, enfocados en lograr la excelencia artística y una mayor vinculación con la comunidad. “El presupuesto, además, no se reducirá sino que se incrementará de forma planificada en los próximos cuatro años, hasta alcanzar la situación ideal”, sostiene.
El Ministerio también apuntó a problemas administrativos de la OSG que el director saliente no menciona. “El exdirector ejecutivo de la OSG mantuvo bajo modalidades irregulares de contratación a 41 de los 85 músicos. Otras orquestas, en cambio, sí normalizaron la vinculación de sus músicos, garantizando de esta forma, estabilidad y derechos como trabajadores, tarea que no se cumplió en la OSG”.
El comunicado señala además que en 2011 Harutyunyan renunció a su nombramiento de director titular y que su salario, bajo la modalidad de servicios profesionales, era casi el doble del que recibiría como empleado público.
Harutyunyan no oculta que siempre prefirió tener un contrato profesional, por el aspecto económico más conveniente y porque le representaba una posición de mayor independencia.
Lo que sigue para el maestro, que dice que llegó a Guayaquil sin una cana, es el descanso mental. “Porque los últimos 5 o 6 años, casi no estaba haciendo arte sino estaba haciendo política. Ya no puedo, me cansé, ya no quiero seguir así”.
El teatro del Centro Cívico seguirá siendo la sede de la OSG, y según el Ministerio nadie le ha quitado ese espacio a la orquesta, aunque reconoció que sufrió daños luego del sismo de abril y se encuentra en proceso de recuperación.
La dirección musical de la OSG será encargada al músico ecuatoriano, Patricio Jaramillo, director de orquestas infanto-juveniles, quien la asumirá desde enero de 2017. El ministerio espera llamar pronto a un concurso para el cargo de director titular.
La OSG ofrecerá este martes 20 de diciembre, a las 20:30, su último concierto con Harutyunyan como director titular, un recital que conjuga música sinfónica y el rock de la banda quiteña Anima Inside. El recital gratuito se realizará en el Teatro Sánchez Aguilar, de la vía a Samborondón.