En la propuesta del arquitecto Xavier Durán se prioriza el ahorro en el uso de elementos, lo que mejora la imagen. Fotos: Xavier Caivinagua/EL COMERCIO
El dintel pierde espacio y su lugar lo cede a las puertas internas o exteriores, que dejan de tener la altura convencional de 2,05 a 2,10 metros. En la actualidad, tienen un mayor protagonismo con altitudes de 2,40 metros o más, dependiendo de la estructura de la vivienda.
Este cambio tiene varios objetivos. Uno de los principales es el efecto visual porque brinda la sensación de espacios más amplios. Según el arquitecto Pedro Samaniego, de la constructora cuencana A&D, se gana calidez en el ambiente y una suerte de continuidad en el cielo raso cuando las puertas están abiertas. “No hay una estructura que impida la vista o que limite el ambiente”.
Su colega Xavier Durán, quien labora en la Universidad de Cuenca, suma otro beneficio. Para él, la decisión de eliminar el dintel también permite reducir el tiempo de construcción porque ese elemento representa “un complejo proceso de albañilería”. Y, por ende, reduce costos.
Para Durán, existe una economía visual porque se ofrecen espacios menos cargados y se logran muros más limpios y las puertas pasan a ser una suerte de marcos de las paredes. En esa apreciación coincide Sebastián Ordóñez, director técnico de la constructora cuencana Ejeproy, quien aplica esta alternativa en sus propuestas.
Ordóñez dice que este diseño de puertas no tiene relación con aspectos funcionales, sino más bien con estéticos porque se genera una mayor amplitud en los diferentes ambientes.
Según él, no solo las puertas tienen una mayor altitud sino también las rastreras. El tamaño convencional es de siete centímetros de alto y las nuevas propuestas son de 10, 15 y hasta 20 centímetros.
Él recuerda que las barrederas son elementos funcionales porque sirven para no deteriorar las paredes cuando se realiza la limpieza de los pisos, ya sea con escobas o aspiradoras, y con la propuesta de agrandarlas ganan protagonismo estético en los ambientes.
Pueden usarse en tonalidades oscuras o claras, dependiendo de la combinación de los colores de las paredes y los pisos. Con ello, las barrederas rastreras representan un límite entre el suelo y la pared, y son otros elementos decorativos.
Ordóñez recomienda que el tamaño sea definido en relación con el área de la habitación. “Si se utiliza una barredera grande en un espacio pequeño hay la sensación que ese espacio se redujo”.
Las rastreras grandes lucen bien en áreas sociales y dormitorios amplios. Según Ordóñez, tanto estos elementos como las puertas más altas se enfocan en un acabado minimalista o contemporáneo y casi no tienen detalles. En el caso de las puertas, por ejemplo, la manija se convierte en el protagonista.
Durán agrega que si bien las puertas internas ganaron en altura no así en ancho y se mantienen en tamaños convencionales que bordea los 1,20 metros. “La intención es que las personas ingresen cómodamente con una maleta, por poner un ejemplo”.
La puerta principal, en cambio, sí es más ancha y debe tener 1,50 metros o más. “La entrada tiene un mayor protagonismo y los elementos decorativos son mínimos”. Su tamaño depende del diseño y de la edificación, agrega Samaniego. Para ello, es recomendable usar pivotes para que la puerta se asiente en el suelo y allí descanse su peso. No recomienda las bisagras cuando la puerta sea pesada.