Otra forma de aprovechar al coco

Las mujeres instalaron su planta con apoyo internacional y supervisión técnica. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Las mujeres instalaron su planta con apoyo internacional y supervisión técnica. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Las mujeres instalaron su planta con apoyo internacional y supervisión técnica. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Una empresa conformada por mujeres afros y chachis de la parroquia Borbón, norte de la provincia de Esmeraldas, se dedica al rallado de coco para su comercialización.

Gilma Quiñónez es una de las mujeres afros que participa de la iniciativa productiva, que después de 16 años logró el financiamiento para vender el coco que se dañaba en sus fincas.

Por eso crearon la Asociación de producción agropecuaria de mujeres diversas, derechos y equidad, integrada por 28 mujeres que realizan la producción de aceite y coco deshidratado.

A través de un proyecto financiado por la organización española Paz y Desarrollo, se financió una fábrica para darle un nuevo valor al producto y se comercialice a mejor precio.

La inversión, de USD 100 000, permitió a las mujeres de ambas etnias, capacitarse en temas técnicos y comprar equipos para proceso de deshidratado del coco.

En la planta, las mujeres parten la fruta manualmente y luego la introducen a un rallador mecánico para procesar hasta 5 000 cocos y generar la producción que necesita.

Cuando la carga de trabajo aumenta, las mujeres realizan el rallado de forma manual a través de raspadoras hechas artesanalmente.

Posteriormente, el producto se limpia y es pasado por un cedazo y queda listo para el proceso de deshidratación por espacio de ocho horas a una temperatura de 45C°, aproximadamente.

Una vez terminado ese paso, las mujeres empacan, sellan y colocan las etiquetas. Por el momento tienen una presentación de 75, 100 y 200 gramos.

La máquina utilizada para la deshidratación tiene una capacidad de 25 kg, esto se convierte en una limitante, porque pese a que haya producto, la producción no aumenta.

“Hacemos hasta 150 kg por semana trabajando al máximo de la capacidad de la máquina”, señala Tomasa Francis, presidenta de la Asociación de agropecuarias de mujeres diversas.

Raúl Quiñónez, técnico de la Prefectura de Esmeraldas, explica que a las mujeres les ayuda en la búsqueda de mercados y que se pague a buen precio para que todas reciban un monto adecuado. Ellas también producen aceite de coco.

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