El estudio de las lenguas nativas permitió la reconstrucción de cuentos, mitos y leyendas indígenas, a través de dibujos animados y herramientas lingüísticas como el léxico etnográfico. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Rescatar el conocimiento ancestral desde las lenguas nativas. Esta fue la principal motivación que encontró la académica Marleen Haboud para liderar el proyecto Oralidad Modernidad, a través de la cual se ha estudiado a 12 de las 13 lenguas indígenas del país durante más de una década.
El proyecto se inició con un mapeo del país que determinó en qué lugares las lenguas ancestrales entraron en desuso y fueron reemplazadas por el castellano. “En el proceso hubo mucha gente que empezó a enorgullecerse de su identidad y quienes volvieron a hablar sus padres para descubrir una herencia cultural que habían desconocido”, dijo Haboud.
Para Ernesto Farinango, capacitado en este proyecto de geolingüística, una de las razones por las cuales se pierde el uso del kichwa es por modificar las costumbres nativas, como la vestimenta, alimentación, narrativa y el cuidado de la salud. “Antes se curaba con el uso de plantas, un conocimiento ancestral que debe ser nuestro patrimonio”.
Según Alfonso Farinango, el registro en video realizado de las entrevistas a las personas de mayor edad en las comunidades permitió desarrollar un software con información sobre 107 plantas, su denominación en kichwa y la utilidad que estas pueden brindar.
Esta herramienta de léxico etnográfico se encuentra en su primera fase de desarrollo. Se pretende en los próximos meses trasladarlo a la web para que logre una interacción directa con la gente y que esta comente los usos y beneficios que sus abuelos le dieron a una determinada planta y el nombre con la cual la conocían.
La última semana de octubre, en una serie de conferencias en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Jenny L. Davis, profesora de antropología de la Universidad de Illinois, recomendó a los miembros del proyecto un mayor uso de las nuevas tecnologías de la información para potenciar las lenguas nativas. “En Chickasaw (su pueblo originario) tuvimos que trabajar muy duro para recuperar nuestra identidad”, señaló.
Según Haboud, el proyecto permitió la creación de cuentos y leyendas que han sido presentados en varios festivales interculturales.