Los productos de exportación suman kilogramos de CO2

Ecuador aporta con un 30% de la oferta mundial de banano. Su huella de carbono fue analizada en el estudio. Foto: archivo / EL COMERCIO

Ecuador aporta con un 30% de la oferta mundial de banano. Su huella de carbono fue analizada en el estudio. Foto: archivo / EL COMERCIO

Ecuador aporta con un 30% de la oferta mundial de banano. Su huella de carbono fue analizada en el estudio. Foto: archivo / EL COMERCIO

Producir un kilogramo de banano genera 0,49 kilogramos de dióxido de carbono (CO2). Parece poco, pero esta fruta representa el segundo rubro de exportación nacional. Ecuador cubre el 30% de la oferta a escala global.

El banano es una de las cartas de presentación del país al mundo, y solo entre enero y abril de este año representó USD 1 121 millones. Eso equivale a casi 2,4 millones de toneladas producidas en los primeros meses del 2017.

Para conocer su impacto ambiental, el producto tuvo un riguroso análisis desde el cultivo, pasando por el procesamiento, hasta llegar a la distribución final. Esos fueron los pasos que siguió el estudio de medición de huella de carbono que se aplicó a nueve productos de exportación ecuatorianos. Los resultados son una base para delinear planes de mitigación a largo plazo.

En el banano, el 45% del peso de la huella está en el procesamiento, un 35% en el cultivo y un 20% en la distribución.

Asier Sopelana, responsable del estudio a través de la firma Factor CO2, desmenuza aún más ese resultado: la producción de materia prima, los residuos de la gestión y el uso de combustibles suman el 69% de las emisiones.

Sapriet S.A. fue parte del estudio. La empresa cuenta con cinco fincas que abarcan 300 hectáreas en la parroquia Buenavista, en el cantón Pasaje (El Oro). Cada semana, sus cerca de 400 trabajadores generan unas 10 000 cajas de la fruta, que en su mayoría son enviadas a Europa.

El grupo tiene la certificación de banano orgánico y la FairTrade, otorgada a quienes aplican el principio de comercio justo con sus colaboradores. Su gerenta general, Mariela Paladines, asegura que van por más reconocimientos verdes. Por eso ya tienen ciertas estrategias para lograr una producción más amigable. “El primer paso es el agua. Tenemos un alto consumo de agua en el proceso de empaque y la vamos a reutilizar el líquido, a través de la recirculación”.

Desde el año pasado, 17 empresas exportadoras de semillas, flores, cacao, banano, aceites vegetales, atún, maderas, plásticos y camarón emprendieron este proyecto, impulsado por CAF Banco de Desarrollo para América Latina, la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Corpei) y el Instituto de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ProEcuador).

La principal alerta para tomar este tipo de iniciativas se encendió desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Un estudio de este organismo concluyó que la agricultura sumada al uso y cambio de uso de la tierra son responsables del 58% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en América Latina y el Caribe.

El reciente estudio ecuatoriano da otras pautas a los exportadores. Por ejemplo, obtener un kilogramo de atún fresco congelado genera 8,14 kilogramos de CO2 equivalente. En el caso de las flores ese valor sube a 4,78 de CO2, en la madera se ubica en 0,32 y en el aceite vegetal se llega a 2,32 kg de emisiones.

Sopelana aclara que no se pueden hacer comparaciones entre productos porque los procesamientos son distintos, incluso entre cada empresa. Pero reiteró que el análisis de ciclo de vida deja claro cuáles son las fuentes de mayor emisión, datos que sirven para proyectar cambios a futuro.

Nintanga S.A. cuenta con 400 hectáreas de cultivos de brócoli, coliflor y romanesco en Cotopaxi. Unas 1 000 personas laboran en el campo y otras 1 200 en las instalaciones de Provefrut S.A., donde se procesa el producto que envían a mercados de Europa, Japón y Estados Unidos.

Katheryn Álvarez, auditora ambiental del grupo, dice que el estudio les permitió detectar posibles ajustes que pueden aplicar en la transportación y el uso de energía, con un plan a largo plazo.

El cacao es otro exportable con sello ecuatoriano. Hasta abril salieron 100 000 toneladas del país. Ese volumen generó USD 240 millones y también un promedio de 1,25 kilogramos de CO2 por cada kilogramo de producto, según el estudio. La fase de cultivo es la que tiene más peso en la huella, por el uso de fertilizantes y otros insumos químicos.

Desde el 2000, 13 asociaciones de pequeños agricultores del Litoral se aliaron para crear la Unión de Organizaciones Campesinas Cacaoteras (Unocace). Su producción es orgánica y se extiende en 3 200 hectáreas entre Guayas, Los Ríos, El Oro y Bolívar. Al mes producen unas 1 500 toneladas y su principal destino es Suiza.

“El objetivo no es solo decir cuál es nuestra huella, sino, en algún momento, ser una empresa carbono neutro”, proyecta Freddy Cabello, gerente general de la Unocace. Y es que los asociados tienen un fondo a su favor: su cacao crece en agroforestería, por lo que también están captando carbono. El siguiente paso para ellos es hacer un estudio para calcular su captación.

Entre sus conclusiones, el estudio de huella de carbono en productos exportables recomienda a las empresas reducir el uso de agroquímicos, mejorar la asistencia técnica en el manejo de los cultivos y trabajar con los proveedores de materias primas, para que también disminuyan su impacto. Además, aconseja aplicar programas de eficiencia energética y mejorar la logística de transporte para reducir las emisiones.

Desde el 2012, un total de 283 empresas ecuatorianas se capacitan en las regulaciones sobre la medición de huella de carbono. 44 exportadores ya cuentan con estudios que reflejan su impacto.

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