Los productos de aseo aumentan la contaminación
Un estudio publicado en Science revela que desodorantes, ambientadores y otros son responsables de la polución, junto con los vehículos
Los perfumes, desinfectantes o cualquier otro producto de limpieza pueden estar contaminando el aire de las ciudades de la misma forma o, incluso, más que los vehículos.
Las emisiones provenientes del sector transporte están consideradas entre las de mayor contribución a la mala calidad del aire en el mundo. Un estudio de la revista Science, publicado esta semana, demuestra que los desodorantes, pinturas y pesticidas están compitiendo con los vehículos por ser la fuente principal de la polución del aire urbano.
Brian McDonald, autor principal de la investigación y científico del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales (Cires) de EE.UU, explica que, mientras los esfuerzos se enfocan en un transporte más ‘limpio’, los aportes de otras fuentes empiezan a incrementarse.
La renovación de la flota de vehículos a gasolina, los controles más estrictos y la implementación de nuevas tecnologías permiten que las emisiones asociadas al transporte disminuyan, pero se ha dejado de lado a otros artículos.
José Luis Jiménez, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Colorado, cuenta que en un inicio él formaba parte de los investigadores que no creía que el aporte de estos productos de uso diario pudiera ser tan alto.
Desde el 2010, los autores empezaron esta investigación -que les tomó ocho años- hasta ponerse de acuerdo y comprobar todas las hipótesis. Para este estudio, los científicos se concentraron en los compuestos orgánicos volátiles (COV).
Jiménez explica que en el aire hay varios contaminantes. Los COV y los óxidos de nitrógeno provienen de los vehículos, de las centrales eléctricas o de la quema de combustibles fósiles. Cuando estos dos reaccionan en la atmósfera -con la luz solar- pueden producir daños a los pulmones.
Estos compuestos también generan partículas con diámetro menor a 2,5 micras, que pueden ingresar directamente al torrente sanguíneo.
Al realizar el estudio piloto en Los Ángeles, EE.UU., observaron que la cantidad de estos compuestos en la atmósfera era mayor que la que podían generar los vehículos. El estudio demostró que el 50% de los COV en EE.UU. provienen de estos productos y la otra mitad, del sector transporte.
“Nadie dudaba que contribuían un poco, pero no de esa forma”, dice Jiménez en relación con los resultados. En el estudio también se analizó la producción de estos artículos y se recopilaron investigaciones previas sobre la contaminación del aire en el interior de las casas, que es donde se utilizan por lo general los perfumes, aerosoles y ambientadores. Esto lo hicieron para evidenciar su repercusión una vez que este aire sale de las edificaciones.
Los investigadores demostraron que la cantidad de emisiones relacionadas con los productos de consumo e industriales son hasta tres veces mayores que las estimadas hasta el momento por la Agencia de Protección Ambiental.
Según este organismo, solo el 25% de las emisiones de COV están relacionadas con estos productos químicos, mientras que el 75% corresponde al sector transporte. Jiménez explica que la variación en los resultados ocurre porque en esta ocasión se realizó un trabajo más minucioso.
La situación es similar para las ciudades europeas, de las cuales también se recopilaron datos. El coautor del estudio aclara que aún es necesario hacer más investigaciones para países en los que se utilizan vehículos antiguos, ya que estos pueden ser todavía la principal fuente de contaminación.
Según la Secretaría de Ambiente de Quito, en la ciudad se monitorean seis parámetros contaminantes, como monóxido de carbono, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno, ozono y material particulado PM10 y PM2,5.
Los parámetros de la calidad de aire no rebasan la norma nacional, con excepción del material particulado PM2,5, que se ha mantenido sobre la norma históricamente en los últimos nueve años.
En la ciudad, el exceso de PM2,5 está asociado con los vehículos que utilizan diésel y las industrias en las que se quema este combustible.
Para evitar que el impacto de estos productos aumente, los autores de este estudio recomiendan optar por sustancias que no tengan aromas. Se pueden buscar opciones con menor cantidad de químicos o utilizarlas en menor cantidad, si son imprescindibles.