El potencial de los drones aún no se conoce en el Ecuador
En Racing Hobbies, el personal informa a los usuarios sobre los distintos usos que pueden tener los drones que se adquieren.
Los drones están de moda en el Ecuador. Ya sea como una herramienta necesaria en el trabajo, o bien como un objeto que alimenta un pasatiempo de fin de semana. Lo cierto es que su presencia en los cielos del país es cada vez más frecuente.
Y debido a su popularización es que nuevos desafíos y regulaciones se imponen sobre estos dispositivos. Al igual que sucedía con los automóviles a inicios del siglo pasado, estos vehículos aéreos no tripulados poco a poco dejan su estatus de juguete de adultos para convertirse en un bien útil para usuarios de todo tipo.
A Nicolay Solís, de la empresa Drone & Aircraft Solutions, le sucedió algo por el estilo. En un principio, para él los drones eran sinónimo de ‘hobby’. Pero con el paso del tiempo, este aparato se convirtió en una fuente de ingresos. Así, ya no solo le servía para distraerse en su tiempo libre. Gracias a estos, él aprendió a colaborar en temas como filmaciones aéreas, seguridad industrial, topografía... En fin, una variedad de oficios gracias al hecho de mantenerse firme en el aire.
A pesar de que los servicios de los drones se han diversificado, todavía hay bastante desconocimiento sobre su potencial por parte de la sociedad ecuatoriana. Esto lo sabe bien Luis Vélez Santana, estudiante de la Universidad de Guayaquil. Para este año, él se encuentra en el equipo de organizadores del Guayaquil Racing Drone, una carrera en la que se quiere mostrar de lo que son capaces estos dispositivos, en dos modalidades: carrera (manual) y prueba de habilidades (automática y en la que básicamente se mueven objetos por un campo).
A pesar de que suene a una mera oportunidad para hacer una competencia de carácter lúdico, Luis cree que el Guayaquil Racing Drone es una oportunidad para mostrar parte de lo que puede hacer un dron. De hecho, el desarrollo de esta carrera es el fruto de una serie de talleres que se han impartido en su universidad; espacios en los que el público ha aprendido sobre el uso y mantenimiento de estos dispositivos.
En efecto, ver este tipo de competencias motivaron a Marcelo Tobar a entrar en contacto con el mundo de los drones, a pesar de nunca haber estudiado Ingeniería Mecánica o cosa por el estilo. A través de ellos conoció un mundo en el que se entremezclaba la física, la ingeniería y la matemática.
Con los tutoriales en YouTube y de cursos que ofrecen las casas que comercializan estos aparatos, él aprendió sobre la construcción de drones, su mantenimiento, las regulaciones existentes sobre su uso en el país. A esto se suman los conocimientos teórico-prácticos en torno a las leyes de la aerodinámica (algo que nunca antes pensó aprender, ya que estudió Derecho Ambiental).
Al ser una rama del aeromodelismo que despunta en el país, más de un tema preocupa a quienes cuentan con varios años en este oficio. Para Nicolay, por ejemplo, se deberían implementar licencias para poder pilotearlos; solo así se lograría reducir el factor de riesgo que implica su uso. Marcelo, en cambio, pone atención en la privacidad de los ciudadanos: él está en contra de que se utilicen para espionaje, sobre todo gubernamental. Luis, por su parte, quisiera que haya mayor apoyo para construir estos artefactos en el país.
A la postre, lo que preocupa a este sector es que lo que ahora es un pasatiempo o una opción de trabajo se convierta en un tema polémico, como sucede en Estados Unidos o en Europa. Ahí el uso indebido de estos artefactos ha decantado en leyes severas que han ido en contra de una actividad que se populariza con rapidez. Es por ello que en sitios como Racing Hobbies, ubicado en Quito, se advierte a los usuarios que la adquisición de un dron conlleva las mismas responsabilidades que cualquier otro vehículo.