Andrea Quinteros tiene cinco meses de embarazo. Consume alimentos orgánicos, no usa plástico y reutiliza los muebles, ropa o adornos viejos que otras personas botan a la basura.
Mientras acaricia su vientre comenta que la crianza ecológica de un bebé empieza antes de su nacimiento. El feto se desarrolla a partir de la comida que ingiere la madre y del oxígeno que respira, de ahí que sea esencial cuidar la alimentación y la calidad del aire. Los productos ecológicos, naturales o de temporada, permitirán tanto a la madre como a su bebé una dieta más saludable y respetuosa con el ambiente.
Quinteros señala que el crecimiento de la población mundial es acelerado, y eso causará un impacto ambiental si los padres no se dedican a criar y a educar ambientalmente a sus hijos. La primicia de la mujer se confirma en una publicación de la ONU. Este organismo sostiene que para el 2100 en el mundo habrá 10 000 millones de personas, un importante reto ambiental para el planeta.
Es por esto que cada vez hay más mujeres que buscan reducir la huella ecológica que podría dejar su embarazo y los primeros años de su hijo. Todos los sábados de cada mes, Quinteros se reúne con otras 15 mujeres. Comparten alternativas de alimentación, cuidado de la piel y accesorios ecológicos Ana Carrión es otra de ellas. Tiene 32 semanas de embarazo de su segundo hijo. Para ella una vez que el recién nacido se encuentra en casa, se puede incluir el elemento “verde”. Los pañales ecológicos y la leche materna que evita la fabricación de productos de nutrición infantil son algunos de ellos.
Un accesorio indispensable es el biberón. En el país, la importadora Bohórquez elabora recipientes hechos con polipropileno, material reciclable. Jorge Bohórquez, gerente, explica que no contienen halógenos, por lo tanto, en su combustión no se forma ninguna sustancia contaminante.
Este tipo de botellas resiste temperaturas de 140 grados sin deformación, lo que hace posible que en casa se los esterilice. También hay chupones, entretenedores (usados desde los 8 meses, cuando al bebé le empiezan a salir los dientes), tomatodos para cuando los niños dejan el biberón y platos y cubiertos para cuando empiezan a consumir alimentos sólidos. Todos cuentan con una certificación ambiental.
Por USD 531, Carrión solicitó vía Internet una cuna de madera ecocertificada, con colchón, cobijas y sábanas de algodón orgánico. Lo importó porque no encontró en Ecuador. Quinteros prefirió reusar el mueble que le perteneció a su hermana.
El colectivo Numa Reciclarte se dedica a hacer juguetes y peluches para bebés y niños con materiales reciclados. Quinteros sostiene que para ello solo se necesitan creatividad y conciencia ambiental.
La mejor forma de contribuir con el ambiente es reusar tanto la ropa del bebé de un familiar como los muebles. Estos se pueden adecuar para los bebés y cuando crezcan transformarlos en mesa para hacer tareas.
El uso de pañales de tela es una opción. En el mercado hay varias opciones ecológicas. También se encuentran jabones, cremas biodegradables y mantas usadas como portabebés.