Más de 700 anfibios, criados en laboratorio, vendió la empresa Wikiri a Canadá y Alemania. Los anfibios provienen del Laboratorio de Anfibios de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, PUCE.
En este laboratorio se reproduce en cautiverio la especie Ceratophrys stolzmanni para luego ser comercializada. Los anfibios no son tomados de su hábitat natural para ser vendidos.El científico Luis Coloma es uno de los accionistas de esta empresa. “La única razón por la cual me animé a formar parte de Wikiri fue para conseguir fondos para financiar la Balsa de los Sapos”. Este es un proyecto científico orientado a la conservación de especies en extinción.
Su función, asegura, es garantizar y vigilar que los réditos de la empresa financien al proyecto Balsa de los Sapos de la PUCE.
El 90% de los recursos provenientes de la venta de los anfibios se destina a este proyecto de conservación y el 10% restante a niños de escasos recursos que habitan en sitios aledaños a zonas megadiversas.
La Balsa de los Sapos es un esfuerzo de investigación para salvar a las ranas de la extinción, sobre todo, en Ecuador, uno de los países más diversos del planeta.
Pero, Laura Arcos, decana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de esta universidad, explica que la conformación de esta empresa, sin conocimiento de las autoridades académicas fue la razón por la cual Coloma y su colega Juan Manuel Guayasamín dejaron la institución.
“El doctor Coloma renunció y al doctor Guayasamín se le dio el visto bueno”. La académica explica que ambos investigadores constituyeron la empresa con cuatro personas más del laboratorio y vendieron anfibios a la misma firma que ellos conformaron.
Arcos indica que querían vender más de 700 anfibios y pedían una factura en la universidad. “Yo no conocía que esta empresa Wikiri era de ellos mismos, luego lo supe”.
La investigadora reconoce que este dinero, cerca de USD 800, ingresó nuevamente a la universidad para financiar el Plan de Investigación y Conservación de los Anfibios Ecuatorianos en Riesgo de Extinción (Balsa de los Sapos). Sin embargo, precisa, Coloma y Guayasamín ponían el precio y vendían los anfibios a su propia empresa.
Según advierte Arcos, Wikiri exportó anfibios a Alemania.
Tatiana Dávila, gerente de Wikiri, precisa que no solo exportaron a Alemania, sino también a Canadá. La empresa en Canadá se llama Understory Enterprises y la de Alemania Chistopher Short ST Connection.
Coloma indica que la venta de anfibios a Wikiri la hizo la PUCE y no él, con una aprobación firmada por Arcos. “Ella sí fue informada de la empresa para comercializar anfibios, al igual que otras autoridades universitarias”. Coloma, PhD en Evolución y Ecología, señala que su participación en la empresa y demás socios jamás fue para obtener un beneficio personal.
“Me uní a los otros accionistas para capitalizarla y en mi caso participar con voto en las reuniones”. De esta manera, dice, se asegura de que los principios con los cuales nos asociamos sean cumplidos por la presidente y la gerente. En un blog de Wikiri, se lee: “la propuesta para la formación de una empresa de biocomercio nace de la necesidad de obtener recursos a corto, mediano y largo plazos que garanticen la sostenibilidad financiera para Balsa de los Sapos”.
El biólogo Diego Almeida, quien colabora en el Museo de Zoología, explica que Coloma renunció por la falta de apoyo recibido para el programa Balsa de los Sapos. “Se negó la ampliación del centro de manejo ex situ (laboratorio en el cual mantenemos las especies en peligro de extinción) en el nuevo campus de la universidad que es en Nayón. Asegura que las autoridades adujeron que hay otras prioridades y falta de presupuesto.
“Ha existido una negativa permanente hacia todos los proyectos liderados por Luis”.
Sobre la empresa Wikiri,Coloma sostiene que la Legislación Ambiental Secundaria en Ecuador (Tulas) ampara las actividades de biocomercio.
“Se indica en el Título IV del Tulas”. Uno de los anfibios que fueron exportados a estos países es el Ceratophrys stolzmanni.
Es una especie endémica de los bosques secos de la Costa y del norte del Perú.
Coloma señala que buena parte del apoyo económico proviene del Estado, a través de la Senacyt y de las donaciones del 25% del Impuesto a la Renta, de organizaciones internacionales, como el Zoológico de San Luis”.
Coloma reconoce que la universidad aportó con la infraestructura física y con los salarios de los investigadores que trabajan en este campo.
El científico dice que el apoyo que brindaba la universidad a este programa “se vino abajo por razones políticas”.
Coloma asegura que desde que cuestionó la reelección de Laura Arcos, como decana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, la funcionaria. “le hizo la vida imposible a él y a su colega Juan Manuel Guayasamín”.
El científico recalca que según la normativa de la universidad, un Decano solo puede ocupar este cargo por tres períodos y no cinco como en el caso de Arcos.
Ella se defiende y sostiene que el Rector de la Universidad Católica consultó a estudiantes y profesores y obtuvo el apoyo del Consejo Académico.