El miércoles último elaboraron unas tortillas denominadas mushunguitas. También dulce de sambo y empanadas. Foto: Washington Benalcázar/EL COMERCIO
El aroma a miel de panela y a choclo asado envuelve una improvisada cocina de leña, en una vivienda de la parroquia La Esperanza, en el sur de la capital de Imbabura.
Ahí, una veintena de mujeres indígenas y mestizas aviva el fuego. También, amasan harina en una mesa de madera y doran unas tortillas envueltas en hojas de achira, sobre un tiesto de arcilla, que descansa en unos leños ardientes.
“Estas son las mushunguitas”, explica Diocelina Churuchumbi. La mujer, que viste una blusa blanca con figuras diseñadas con hilos de colores, una falda azul plisada y un sombrero negro, se refiere a una suerte de arepas elaboradas con maíz tierno.
Churuchumbi es una de las 79 socias de la Asociación Sarumaki Yachay (Aprendiendo a bordar a mano, en español). Según Inés Ramos, presidenta de la organización, aunque su fuerte es la producción de bordados y artesanías en cuero y madera, decidieron incursionar en la cocina: “Organizamos este taller con el objetivo de rescatar platillos tradicionales, elaborados con maíz, que prácticamente han desaparecido en Imbabura”.
Uno de ellos es la denominada mushunguita. Se trata de una tortilla asada que se produce con masa de chocho molido, dulce de panela, huevos y mantequilla. Casi ninguna de las integrantes de la organización conocía este bocadillo, que se ofrece envuelto en hoja de achira. Al menos, así coinciden Fanny Pinto, del barrio San Francisco, de la parroquia La Esperanza, y Diocelina Churuchumbi, nativa de la comunidad de Chilco, en la vecina parroquia Angochahua.
Según Patricia Morales, investigadora y autora del libro ‘Sabores del Maíz, historias, mitologías y recetas’, la mushunguita es parte del recetario del patrimonio gastronómico alimentario del país. “Esa información fue editada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio. Sin embargo, en las comunas kichwas, de donde es originaria, nadie sabía como prepararla”, cuenta.
Es por ello que se organizó el curso. Previamente se realizó una investigación, recopilando datos entre las jatun mamas (abuelas, en español) de las comunidades del sur de Ibarra. Así tomó forma nuevamente la receta original.
María Mercedes Quilca, de la comunidad Cashaloma, tiene 59 años. Recuerda que su abuela trituraba el maíz tierno en una piedra de moler. Luego preparaba el bocadillo que se ofrecía en días de fiesta.
Pero no es la única receta que las mujeres de la Asociación Sarumaki Yachay están desempolvando. Hay otras más.
El martes último, las matronas madrugaron y salieron desde las comunidades de Colchas y el Chilco, de Angochahua, de Chirihuasi, Rumipamba, Chashaloma, La Madgalena y La Esperanza, para aprender más sobre estos alimentos milenarios.
Durante el día elaboraron el champús, una colada que incluye harina de maíz fermentado y dulce de panela. También, preparan tortillas de harina de trigo, que llevan en el interior dulce de sambo. Y el uchu jaku, una sopa de sal, que se prepara con la harina de maíz, trigo, lenteja y cebada.
Patricia Morales, quien está al frente de la capacitación, con el apoyo del Municipio de Ibarra, comenta que recuperar estos menús ayudará no solo a rescatar los conocimientos ancestrales. La mayor importancia radica en que permitirá mejorar la dieta cotidiana de las familias.