Plan Rupay, siete jóvenes kichwas se suman para prevenir quemas forestales

Las personas que realicen una quema agrícola deben notificar a las autoridades locales la hora, área y tiempo. A esto le denominan Permiso de Fuego, que consta en la nueva Ordenanza. Foto:  Francisco Espinoza/PARA EL COMERCIO

Las personas que realicen una quema agrícola deben notificar a las autoridades locales la hora, área y tiempo. A esto le denominan Permiso de Fuego, que consta en la nueva Ordenanza. Foto: Francisco Espinoza/PARA EL COMERCIO

Los voluntarios aprenden sobre el tipo de terreno, vegetación, dirección del viento y otras técnicas que deben dominar para combatir un incendio. También deben aprobar un curso de bomberos forestales con certificación. Foto: Francisco Espinoza/PARA EL COMERCIO

En una hoja de papel dibuja una especie de mano. En la parte superior está la cabeza, mientras que en la inferior, la cola, señala. Hace una ligera pausa y sigue: estos son los flancos izquierdo y derecho.

En la improvisada charla, Giovanni Zamora, del Cuerpo de Bomberos de Cotacachi, explica a los bomberos forestales comunitarios cómo se desarrolla un incendio en el campo.

El trabajo de estos bomberos temporales, que prestan servicio cada año en la época seca, es parte del Plan Rupay (fuego, en español). Este año laborarán de julio a octubre.

Rupay es una estrategia impulsada por la Secretaría de Seguridad y Gestión de Riesgos del Municipio y el Cuerpo de Bomberos local, para reducir este tipo de desastres.

Son siete jóvenes de las comunidades kichwas Topos, Morochos, La Calera, San Martín, San Pedro, Azhambuela y Pilchibuela que decidieron brindar parte de su tiempo para precautelar los pajonales y bosques nativos del cantón.

Una de las razones es que estas esponjas naturales garantizan el agua a sus parcialidades, explica Cristian Paz, director de Ambiente del Municipio.

Desde la última semana, vestidos con trajes de color amarillo, diseñados para la lucha contra incendios, realizan patrullajes por el campo y observaciones desde una torre-vigía de 16 metros. El mirador de metal está ubicado en la comuna de San Martín, y permite una vista estratégica de casi todo este valle y de la ‘Mama Cotacachi’, el volcán que ha sido el más vulnerable a las quemas.

Milton Morán, de La Calera, y Kléber Bonilla, de San Martín, coronan sin dificultad todos los escalones del punto de vigilancia. Ellos suelen cumplir el turno vespertino.

Morán, de 24 años, abandonó por el momento su trabajo como conductor de una camioneta de transporte público para dedicarse a prevenir y sofocar las quemas forestales. Algo similar hizo Bonilla, quien labora en una panadería de propiedad de su familia.

Antes de que entre en vigencia este plan, las dos entidades habían coordinado acciones para mitigar esta amenaza que vuelve vulnerable al cantón. Sin embargo, Israel Osnayo, secretario de Seguridad del Cabildo local, indica que hay limitaciones por el escaso número de personal del Cuerpo de Bomberos. Hay 24 socorristas en tres compañías para atender al cantón más extenso de la ‘Provincia de los Lagos’.

El origen de la mayoría de ­incendios son las quemas agrícolas. Así se denomina a la ­eliminación con fuego del rastrojo de los terrenos, que no eran controladas a tiempo y se convertían en incendios de mediana y gran magnitud, según Osnayo.

Incluso -señala- son prácticas que aún mantienen algunos adultos mayores de la zona rural. Por eso, para sumarse a Rupay, se seleccionó a líderes juveniles de las parcialidades indígenas, en donde se han registrado más deflagraciones.

Uno de los requisitos es que los bomberos kichwas dominen el idioma, para que puedan comunicarse con facilidad con los vecinos, en caso de suscitarse una emergencia.

El plan ha empezado a dar los primeros resultados. En el 2015, de las 3 272,38 hectáreas que fueron reducidas a cenizas en Imbabura, 812 ha correspondieron a Cotacachi.

El 2016, en cambio, el fuego alcanzó a 105,89 hectáreas; fue el cantón con menos daños. Las cifras corresponden a la Secretaría de Gestión de Riesgos.

Hoy, con la llegada de la época seca, el monitoreo es mayor. Gerson Andrade, otro bombero voluntario, que pertenece a la comuna de Pilchibuela, explica que apenas observan una columna de humo alertan al resto del equipo por medio de radio, para pedir ayuda.

Así ocurrió, por ejemplo, el martes pasado en Pilchibuela, en donde las llamas se expandieron en 200 metros de matorrales, hasta que el fuego fue totalmente sofocado por la inmediata acción de los voluntarios de Rupay y bomberos.

Aunque la lucha contra los incendios es una prioridad, el trabajo de prevención, mediante charlas y visitas a las comunidades es quizá el elemento más importante.

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