El cultivo de peces ayuda a la conservación

Las comunidades kichwas compran los alevinos de las cachamas (una especie de pez nativo de la Amazonía). Foto: Cortesía Centro Lianas

Las comunidades kichwas compran los alevinos de las cachamas (una especie de pez nativo de la Amazonía). Foto: Cortesía Centro Lianas

Las comunidades kichwas compran los alevinos de las cachamas (una especie de pez nativo de la Amazonía). Foto: Cortesía Centro Lianas

Lucila Vargas coge un puño de balanceado y lo riega sobre una piscina. El agua opaca se llena de pequeñas burbujas y las bolas cafés desaparecen. En el estanque habitan unas 600 cachamas.

Son el sustento económico de Vargas y otras familias de la comunidad kichwa Runachitu en la provincia del Napo, Pastaza y Orellana.

Hace 18 años la Fundación Centro Lianas (una organización que desarrolla emprendimientos sostenibles) con el apoyo del Programa de Pequeños Donadores (PPD) iniciaron el proyecto de piscicultura con especies nativas en 40 comunidades de la Amazonía ecuatoriana.

Antonio Almeida, socio fundador del Centro Lianas, cuenta que el bosque y los ríos ya no generaban la misma cantidad de animales y peces.

Es así que surgió la necesidad de buscar una nueva fuente de proteína para las familias mientras se protegía la biodiversidad de la selva.

Vargas afirma que las personas salían a pescar con dinamita y otras veces envenenaban a los peces con barbasco.
Las comunidades se organizaron en mingas para construir las piscícolas.

Estas han promovido el crecimiento económico de las familias kichwas amazónicas. “Ha mejorado mucho la economía de las familias. El pescado nos da de comer y también lo utilizamos para desarrollar platos típicos y venderlos. Por ejemplo el maito de cachama”, dice Vargas. Ella es una de las coordinadoras de la comunidad Runashitu y capacita a diferentes familias en el manejo sostenible de la piscicultura.

Cuenta que a la semana venden, en ferias y partidos de fútbol, un promedio de 300 cachamas cada una a USD 1,50. Sin embargo, añade que no todas las familias tienen los recursos suficientes para comprar balanceado. En esos casos alimentan a los peces nativos con frutas: papaya, banano, guineo etc.

Como parte del proyecto se promovió la conservación de biocorredores - fragmentos de bosques que unen dos reservas para que los animales puedan desplazarse sin riesgo.

Al generar una actividad económica y una nueva fuente de alimento, la cacería, la pesca y la expansión de la frontera agrícola y ganadera disminuyó, según Almeida.

Durante el proyecto trazaron las zonas de amortiguamiento y conservaron tres corredores de bosque. Los participantes del proyecto les atribuyeron nombres en kichwa: Kamanwi (un ave emblemática de la zona), Yacu Samay (el poder del agua) y Allak Sacha (el bosque elegido).

El proyecto está enfocado hacia la conservación de los ecosistemas de la Amazonía que albergan una alta biodiversidad, según el PPD.

Los biocorredores se encuentran en áreas protegidas como la Reserva de la Biosfera Sumaco, Parque Nacional Sumaco Napo - Galeras, la Reserva Ecológica Antisana, Bosque Protector Hollín Loreto, Bosque Protector Colonso Chalupas, Parque Nacional Llanganates y Parque Nacional Yasuní.

Según el PPD las principales amenazas de los biocorredores son : la industria extractiva, la ganadería, el mal manejo de los desechos sólidos, la pesca indiscriminada y la introducción de tilapia sin un control adecuado. Con el apoyo de las comunidades y la búsqueda de actividades económicas alternativas se disminuyen las amenazas, dice Almeida.

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