Wuffins es la primera panadería para perros del Ecuador. En ella los animales pueden ir a disfrutar de un bocadillo y compartir tiempo de calidad con sus dueños. Foto: Carla Sandoval/ EL COMERCIO
Johanna Shu disfrutó por más de diez años la compañía de su perro Crunch, quien falleció de cáncer de estómago. Este suceso marcó el inicio de un proyecto que busca llevar a los canes a un estilo de vida más sano y se concretó con la inauguración de Wuffins, la primera panadería para perros del Ecuador.
El local se encuentra ubicado en Cumbayá, en las afueras de Quito. En él, los dueños disfrutan de una taza de café o té mientras las mascotas son las estrellas del paseo. Para ellos la panadería ofrece galletas, pasteles, brownies y muffins.
Los favoritos de Luna, una perra de raza french poodle son los ‘pup-cakes’ de manzana y canela. En su honor, este postre actualmente se llama Luna Muffin. Ella es una de las clientas más frecuentes de Wuffins, para el día del niño recibió un pastel en forma de hueso.
El pastel de Luna estuvo hecho de sus ingredientes preferidos, manzana y canela. Foto: Cortesía Wuffins.
Hugo Sánchez es el abuelo de Luna, el pasado 4 de junio visitaba Wuffins por primera vez. Asegura el lugar le pareció “agradable”. Destaca que los alimentos que se preparan para los perros “están controlados para que no lleven a los animales a desarrollar problemas de salud”.
Shu luce un delantal decorado con motivos de perros y un pañuelo blanco con patas y huesos de canes. En un tazón prepara la mezcla para hornear unas galletas de banana, mezclando ingredientes naturales. Los postres de las mascotas son endulzados con miel y no contienen azúcar, harina de trigo ni preservantes. Cuenta que el proyecto marcha bien, pues “la gente quiere darles algo saludable a las mascotas”.
Para ella es importante la dedicación y el afecto que pone mientras realiza la mezcla, algo que, según cuenta, se ha perdido con el pasar del tiempo. “Uno en la comodidad- un poco en la ignorancia- se deja llevar por las bolitas y los alimentos que ya vienen listos para servirles”.
La idea de las panaderías de perros no es nueva, existe en otros países como Estados Unidos que le sirvieron a esta amante de los animales como inspiración tanto para el concepto del local como para las recetas. “Al buscar en otros lados esta opción saludable para mascotas dimos con esta opción de las pastelerías y las galletas. Es la manera más fácil de darle comida sana a un perro”, afirma.
En la inauguración del local que tuvo lugar el pasado 23 de mayo estuvieron presentes más de 30 perros. El ambiente fue tranquilo, cuenta Shu, aunque en varios momentos coincidieron en el mismo lugar perros de razas grandes y pequeñas no hubieron enfrentamientos.
Wuffins va de mano con la iniciativa de los sitios ‘pet friendly’ (amigables con las mascotas). En Quito todavía son pocos los lugares que permiten que los dueños ingresen con sus perros. Sin embargo en Wuffins, bromea Shu “no es que la persona viene con su mascota, sino que la mascota viene con su persona”.
Sánchez es médico, y asegura que es importante que las personas compartan tiempo de calidad con sus mascotas. “No son solamente compañía o sirven para distraer a la familia. Ellas permiten que nuestro organismo- a través del trato que tenemos- promueva la secreción de sustancias que son beneficiosas para nuestra salud”.
Mientras la chef termina de aplastar el banano en la mezcla, Luna y Lucas- un terrier escocés- posan sus patas delanteras sobre el mostrador. No pueden esperar a probar las galletas y quieren comerse los muffins que están de exhibición. Sus dueños llaman su atención con juguetes mientras Shu mete en el horno la mezcla.
Los ingredientes de los bocaditos que se ofertan en Wuffins van desde la manzana y el plátano hasta la granola. Mientras el local se llena del aroma a galletas de plátano recién horneadas los canes empiezan a mover sus colas, pero el sabor no lo es todo. Los perros distinguen la textura de los bocaditos y por eso se ofertan tanto muffins como galletas de granola para los perros que gustan de este ingrediente, pero difieren en la preferencia de la textura.
La especialidad de la casa son los muffins, “no hay perrito que se resista”, asegura Shu. Los humanos también sienten la tentación de probar los snacks que les están dando a sus mascotas, algo que en la gran mayoría no sucede con los balanceados o con los bizcochos comerciales para perros.
Aunque Shu se divierte cuando esto sucede, resalta que la idea es que tanto el lugar como los postres sean para los perros. Sin embargo hay gente que compra un paquete con diez galletas y asegura que cinco serán para ellos y cinco para sus mascotas.
Desde chihuahuas hasta san bernardos han pasado por la panadería. Los snacks han llamado la atención de dueños de perros de competencia, quienes son muy cuidadosos con la alimentación de los canes, cuenta Shu. Complacer el paladar de estos campeones fue difícil, pero finalmente se decidieron por una galleta de maní.
Como en una panadería en la que las personas van y eligen el pan o el postre que prefieran, en Wuffins son los perros quienes tienen la decisión. Cuando un nuevo cliente de cuatro patas ingresa al local, Shu se encarga personalmente de hacerles una degustación personal.
Johanna Shu, dueña de Wuffins, le da a Habana una perra de raza pug un pedazo de galleta. Foto: Carla Sandoval/ EL COMERCIO.
Así, en los mostradores del local se encuentran pequeñas porciones de degustación. Shu asegura que se toma el trabajo de hacerlo porque “es un espacio nuevo y comida nueva para ellos. Entonces hay que tener la paciencia”. En base a qué fue lo que más les gustó, los dueños compran el producto.
En el verano, Wuffins ofrecerá un campamento vacacional. En él los niños podrán asistir a la panadería y preparar junto a Shu galletas y muffins que luego podrán llevarse a casa para sus mascotas.
Un timbre alerta que el tiempo de cocción de las galletas ha finalizado. Shu se pone un guante de cocina y retira la bandeja del horno. De un gabinete superior saca un molde donde las galletas reposarán hasta enfriarse.
Luna quiere un muffin, Shu lo saca del mostrador y lo decora. Se lo sirve personalmente, la french poodle lo devora y va en búsqueda de agua. La puerta del local permanece cerrada para que los perros puedan moverse con total libertad. “La idea es que la gente venga acá y se tome un tiempo para estar tranquilo junto a su perro”, finaliza Shu.