La percusión afro se conserva a través de talleres en Esmeraldas

Los alumnos buscan ser las nuevas figuras que apuntalen la música tradicional de los esmeraldeños. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.

Los alumnos buscan ser las nuevas figuras que apuntalen la música tradicional de los esmeraldeños. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.

Los alumnos buscan ser las nuevas figuras que apuntalen la música tradicional de los esmeraldeños. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.

Treinta menores de entre 8 y 11 años aprenden a tocar bombo, cununo y marimba, como parte del proceso de conservación de las tradiciones ancestrales del pueblo afroesmeraldeño.

En los salones de la escuela Hispano América, centro de la ciudad de Esmeraldas, el sonido de los instrumentos de percusión se escucha hasta el parque 20 de Marzo, ubicado a 100 metros del sitio.

Los talleres de percusión han sido organizados por la Prefectura de Esmeraldas, en dos ocasiones, por temporada de vacaciones, pero la Corporación Casa de la Marimba trabaja en su regularización.

Este año, cinco maestros de percusión han diseñado una propuesta para que los talleres se realicen todo el año, con el propósito de formar a nuevos percusionistas.

Esmeraldas ha tenido talentosos marimberos como Ecolástico Solís, a quien se le atribuye la construcción de una marimba sonora, y Remberto Escobar, reconocido por ser un fino ebanista en la construcción de marimbas, cununos y guasá. Ambos personajes se han convertido en referentes del folclor afroesmeraldeño.

Entre los más recientes está Guillermo Ayoví, considerado como uno de los grandes músicos folcloristas.

A través de los talleres se enseña a niños y adolescentes a identificar las notas musicales en el bombo y en la marimba. Las notas se marcan con pequeños papeles de colores hasta que los aprendices sepan dónde están ubicadas.

Hoshua Márquez es uno de los niños de 11 años que acude al segundo taller de marimba. En este tiempo aprendió a tocar piezas como el Andarele, Fabriciano y la Caderona.

Márquez explica que sus padres lo llevan a las clases para que se identifique con el folclor de Esmeraldas. Él recibe clases de marimba durante dos horas al día,de lunes a viernes.

Las hermanas Andrea y Fabiana Ordóñez son también estudiantes de este instrumento. Ambas han practicado en una marimba cromática de dos teclados, hasta sacar las notas del Andarele. A ellas les atrajo la forma como se toca ese instrumento y su construcción con madera. Por eso reciben toda la información por medio de los profesores, que tienen 30 años de experiencia.

Washington Nazareno es maestro de cununo y enseña a 10 niños. “En un mes veremos los primeros resultados de un trabajo que ha sido minucioso pero lleno de interés de los alumnos”, señala Nazareno.

A los ensayos acuden los padres de familia para observar el desenvolvimiento de sus hijos. Lorena Angulo, madre de Ariel Ortiz, uno de los niños cununeros, cree que es necesario que otros niños también aprendan sobre la música ancestral y sus instrumentos, porque es lo que identifica a Esmeraldas con respecto a otros lugares del país.

Un diagnóstico elaborado hace un año por la Corporación Casa de la Marimba determina que se continúa perdiendo la identidad cultural del pueblo afro por la falta de formación continua. Por eso a través de los talleres de música ancestral y percusión, se intenta rescatar esos valores.

Una de las propuestas es retomar la formación cultural a través de talleres en las unidades educativas donde se enseñe, como se lo hacía hace cinco años. Byron Angulo, presidente de la Corporación Casa de la Marimba, explica que el proceso de rescate cultural empezó con la formación de nuevos talentos en los barrios de la ciudad por iniciativa de la Casa de la Cultura esmeraldeña, que enseña danza a más de 2 000 niños de 36 barrios.

Por eso la Casa de la Marimba quiere fortalecer la instrumentación, que a su vez se complementa con los niños que aprenden danza y canto, ayudados por 15 maestros, expertos en su arte.

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