La parroquia Pilahuín se queda sin sus músicos autóctonos

El sanjuanito es el ritmo tradicional que resuena en esta zona de Tungurahua. Foto: Modesto Moreta/ EL COMERCIO.

El sanjuanito es el ritmo tradicional que resuena en esta zona de Tungurahua. Foto: Modesto Moreta/ EL COMERCIO.

El sanjuanito es el ritmo tradicional que resuena en esta zona de Tungurahua. Foto: Modesto Moreta/ EL COMERCIO.

El arpa y el bombo suenan en el matrimonio de Jessica Tasna y Wilmer Guallco. Los músicos populares César Quilligana y Juan Quisintuña animan la fiesta.

Interpretan un sanjuanito tradicional de la parroquia Pilahuín, localizada a 30 minutos de Ambato. Ellos son los herederos de los ritmos autóctonos de este poblado indígena, localizado en la vía Ambato-Guaranda.

Animan en los matrimonios, las bendiciones de casas o ­wasypichay o las celebraciones ancestrales como el Inti Raymi, el Pawkar Raymi.

Quilligana no es un profesional de la música, su padre José le enseñó a interpretar el arpa, instrumento musical compuesto de 32 cuerdas que están sujetas por clavijeros y se extienden sobre el cuerpo de madera de este aparato.

“Antes había más trabajo, Íbamos de fiesta en fiesta. La tecnología nos reemplaza, esto ha hecho que nadie se interese por este arte, que va desapareciendo. Ahora estudian otras cosas, nadie quiere aprender esta música”, dice Quilligana.

Recuerda que antes había más de 20 músicos en el pueblo. Por su avanzada edad fueron enfermándose y muriendo, pero dejaron esos conocimientos. Es más, Quilligana realizó un estudio y recopiló las melodías antiguas en ritmos como el sanjuanito, que ahora los interpreta. Canta en kichwa mientras los novios y los padrinos bailan en círculo.

Una de las canciones más populares en los matrimonios es la titulada Alaju taita padrino, refiriéndose a los padrinos de las bodas. “Trabajamos para mantener vivas nuestras melodías. Hemos trabajado juntos más de 15 años y pensamos seguir juntos muchos años más”.

Juan Quisintuña, de 38 años, acompaña con el bombo. Aprendió este oficio de su padre, Juan. Recuerda que acompañaba a su progenitor a las fiestas y celebraciones. Escuchaba y poco a poco se grababa los sonidos hasta cuando lo reemplazó en una presentación.

Desde ahí agarró confianza y comenzó a trabajar junto a su padre, pero dejó de hacer música porque se hizo pastor de la Iglesia Cristiana. Se
lamenta porque ninguno de sus hermanos aprendieron está profesión, que es el sustento de su familia.

El presidente de la Junta Parroquial de Pilahuín, Alejandro Tamaquiza, cuenta que a través del centro cultural están trabajando en la recuperación de los saberes y conocimientos ancestrales. Además, fortaleciendo la música ancestral, idioma kichwa y la gastronomía, para que no se pierda.

Para Pedro Reino, cronista e historiador de Tungurahua, el arpa y otros instrumentos de cuerda que llegaron desde Europa tuvieron un desarrollo importante en el Ecuador, especialmente en los cantones Píllaro y Ambato, en esta última ciudad sobresalieron los artistas de las parroquias Huachi, Izamba y de otras partes como Pilahuín.

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