Iván Sigüencia, operador de encuadernación, trabaja con la impresión ecológica para hacer los libros. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
Relatos urbanos de Guayaquil. Proyecciones de finanzas y economía. Pinturas teñidas a todo color del maestro Manuel Mariño Meza. Los temas de estos libros son disímiles pero tienen en común un sello ecológico. Todos fueron impresos por el Centro de Difusión y Publicaciones de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), que obtuvo la certificación Green Partners.
El nombre es una garantía de la aplicación de procedimientos amigables con el ambiente, que van desde el uso responsable del agua -con sanitarios que ahorran agua gracias a filtros especiales-, el reciclaje de desechos, la optimización de energía -con luces led, cinco veces más eficientes que las fluorescentes-, hasta la compra responsable de materiales.
Cada año en este sitio se producen hasta 25 libros -generalmente de profesores de la universidad-, más folletería, afiches y todos los exámenes para los alumnos politécnicos. Solo para el área de Inglés se imprimen alrededor de 40 000 pruebas cada año.
Y una de sus características es el uso de papel ‘verde’. Las 500 resmas papel (de cada una se obtienen 10 resmillas de hojas A4), que pasan por las rotativas de este taller artesanal cada año, tienen también un rastro ecoamigable.
Aristóteles Pérez, director de la Unidad de Publicaciones, indica que todas las láminas almacenadas en la bodega de este taller cuentan con certificaciones como FSC (Consejo de Administración Forestal), PEFC (Asociación para Certificación Española Forestal), entre otras importadas de China y Brasil, que avalen su procedencia de bosques sustentables.
Desde su desarrollo en China, en el año 105 d.C., el papel es el principal soporte de escritura. Según el último anuario de productos forestales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en el 2012 se produjo 400 millones de toneladas métricas de papel y cartón en el mundo versus un consumo de 398 millones de toneladas. Ecuador aparece con 240 000 toneladas de producción en ese año y 465 000 toneladas de consumo. Estas cifras dejan una huella en los bosques del planeta.
Pero iniciativas como las de la FSC buscan desarrollar estándares y políticas para el manejo sostenible de los bosques. En el mundo esta organización suma 184 371 469 hectáreas certificadas en 80 países. En América Latina y el Caribe solo está certificado el 7% de la superficie de sus bosques (12 911 082 ha) y Ecuador aparece en la lista con 52 590 ha, según datos de este año del organismo.
Una muestra de responsabilidad ambiental es Papelera Nacional. Julio Tobar, gerente de operaciones, explica que su materia prima es el papel reciclado, que vuelve a ser procesado para su reutilización. A más de un consumo mínimo de agua, se evita la tala de hasta cinco árboles por cada tonelada procesada. Al año, esta planta genera 140 000 toneladas de papel.
El uso de fibras alternativas es otra opción y el bagazo de caña de azúcar es una buena alternativa. La producción azucarera genera el 75% del bagazo industrializado del mundo y Colombia aprovecha esos desechos para fabricar papel, con el que se puede elaborar desde una tarjeta de presentación hasta empaques ecológicos.
La marca ecuatoriana EcoPubli lo utiliza para crear fundas ecológicas. “Es 100% libre de árboles, 100% reciclable y biodegradable”, explica Alexis Venegas, gerente de EcoPubli.
Los científicos también buscan otras alternativas. Una de las investigaciones más recientes es la de químicos de la Universidad de California, quienes desarrollaron un papel reescribible, una especie de lámina de cristal que se puede borrar y reutilizar hasta por 20 veces.
En el mundo de la impresión, otro paso ecológico es la sustitución de las tintas tradicionales, sumamente contaminantes al tener componentes como sulfuro de cadmio y amonio.
Víctor Emilio Pacheco es el prensista del taller del Centro de Publicaciones de la Espol. Tiene más de 15 años en el sitio y está a cargo de la antigua imprenta offset monocolor, muy bien conservada. La tarea del día es imprimir unas 7 000 hojas que toman color con la primera tinta, la cian (azulada).
Es la primera vez, luego de todos sus años de trabajo, que Pacheco dejó de usar mascarilla. La tinta que corre sobre el rodillo es vegetal, a base de soya y que a diferencia de las tradicionales contienen bajísimos niveles de compuestos orgánicos volátiles.