Pamela Pequeño, documentalista Chilena. Foto: Cortesía Embajada de Chile.
Pamela Pequeño, comunicadora social, periodista y realizadora audiovisual chilena, presentó en Quito la semana pasada sus documentales ‘La hija de O’Higgins’ (2001) y ‘Dungun, la lengua’ (2012).
Sus películas, que ya recorrieron dos ediciones del festival internacional de cine documental Encuentros Del Otro Cine, tratan con frontalidad el conflicto del pueblo Mapuche en Chile.
No obstante, su voz de realizadora aborda un tema tan complejo desde aristas que se distancian de lo político. Pequeño ha buscado en su genealogía o bien en la comunicación entre culturas, para crear estos dos documentales que tienen 11 años de diferencia.
En ‘La hija de O’Higgins’ Pamela Pequeño indaga en la historia oficial chilena y en su historia personal al descubrir que el prócer chileno Bernardo O’Higgins Riquelme tuvo una hija mapuche no reconocida, la tatarabuela de Pequeño. En otra línea, ‘Dungun, la lengua’ relata la jornada educativa de la docente mapuche Elba Huinca –quien lleva más de 10 años en el oficio- en una escuela intercultural bilingüe de Santiago de Chile.
En una entrevista a este Diario, Pamela Pequeño conversó sobre la comunicación, la educación y la interculturalidad a propósito de su paso por Quito.
Desde su experiencia como documentalista, ¿cree que el documental es una herramienta de diálogo?
Absolutamente. Desde el momento mismo de la investigación, el rodaje y la realización, porque todo el tiempo te relacionas con personas que tienen tu misma realidad o una muy distinta. Por ejemplo, las conversaciones en los rodajes suelen ser prolongados y en esa constante interacción conoces a la gente. Empiezas a convivir y te acercas más, conoces y discutes más esos temas. En un momento posterior, ya en la proyección también se genera ese diálogo. Ha habido gente que después de ver ‘Dungun..’ se acerca y me dice: “qué bonito, yo no sabía esto, yo quiero que mi hijo aprenda así”.
El tono de las películas que tratan sobre el conflicto Mapuche lo hacen en su mayoría desde posiciones políticas. Sin embargo, ‘Dungun…’ tiene un tono didáctico y su ambiente es casi íntimo.
Al abordar eso de una manera cotidiana en una escuela, con una profesora como Elba Huinca con niños genera una cercanía mucho mayor con el público que no siempre es mapuche. Ocurre como si hubiese un encantamiento con la cultura mapuche al colocarla con otra mirada.
(Con esto Pamela Pequeño recuerda escenas claves de su segundo documental cuando Huinca enseña a cantar a sus alumnos en mapudungun, la lengua mapuche)
Después de las proyecciones la gente pregunta mucho, participa bastante, porque el tema suele tratarse en los medios negativamente. La cultura mapuche está muy estereotipada y en el documental se brinda otra visión que atrae mucho al público.
¿Por qué la lengua tiene un papel tan relevante?
Elba dice algo muy importante en la película. A ella, y a toda una generación mapuche, sus padres no le enseñaron el mapudungun, para que no fueran maltratados y segregados. Pese a que los prejuicios siguen estando el panorama sí ha cambiado un poco. Antes era muy violento, había mucha segregación, y como vemos en el documental ahora los niños les están enseñando a sus padres.
Además, la importancia también radica en mostrar los esfuerzos que está haciendo el pueblo mapuche por la continuidad de su lengua, porque ellos saben que si eso ocurre su cultura se perpetúa. Así el olvido ya no tiene lugar.
¿Cuáles fueron las reacciones de las profesoras, los niños y los padres de familia al ver la película?
Primero tengo que destacar que nosotros decidimos que ‘Dungun’ se estrene en un centro cultural cerca de la escuela. Ya en el rodaje muchos padres de familia y la gente de la población (barrio) nos dijo que sociólogos y antropólogos habían ido a la escuela (de las pocas en Santiago de Chile con un modelo de educación intercultural bilingüe) para conocer la experiencia educativa que allí se impartía, pero nunca habían recibido una respuesta de los resultados de esas investigaciones. Entonces, en vez de estrenar en la Cineteca Nacional lo hicimos a pocas cuadras de la escuela Mustafá Kemal Ataturk que es la que aparece en el documental, así era seguro que la gente vaya con sus niños.
Después de esa primera proyección muchas personas estaban muy contentas, los niños lloraron de felicidad porque era la primera vez que no se veían en una pantalla para hablar de robos, incendios, muertes. No es común que se los tome en cuenta para hablar positivamente de la cultura mapuche. Incluso los padres comentaban que pocas veces se habían visto en una pantalla para hablar de lo que ellos están haciendo para cambiar la situación y no solo esa visión sesgada que los menciona para continuar las tensiones.
A pesar de que su primer documental ‘La hija de O’Higgins’ es distinto a ‘Dungun’, el tema en común es la identidad.
Sí, yo toco tangencialmente el tema de nuestra identidad y nuestra relación con el pueblo Mapuche, el pueblo originario de donde la mayoría de chilenos descendemos. Ahí yo descubro que mi tatarabuela era mapuche, hecho que yo desconocía por completo. En el transcurso de la realización encuentro que ella fue obviada de la historia pese a ser hija de uno de los próceres chilenos, esto en gran parte se debe por su origen mapuche y por ser hija ilegítima.
También vi el rechazo de parientes al negar nuestro parentesco mapuche, aunque el parecido es más que evidente al ver las fotos de mi tatarabuela.
Algo interesante de ‘Dungun’ es la partida desde un tema nacional como el conflicto mapuche hacia uno más mundial como la discriminación y los prejuicios a todo nivel.
Por supuesto. En la escuela se nota la mixtura de culturas porque si bien Chile ha vivido fenómenos migratorios, son recientes las migraciones sudamericanas hacia Chile. Vienen muchos argentinos, bolivianos, pero especialmente peruanos. Y con esto la discriminación ha brotado en discursos racistas y nacionalistas. Cuando la constante ha sido ver positivamente la migración europea, pero en un sentido muy aspiracional. Efectivamente, hay un rechazo a las migraciones internas de los mapuches y a las migraciones regionales. Nos vemos enfrentados a un espejo. Por eso tanta exclusión a los mapuches y el reto hoy en día es aceptar eso.
¿Uno de los caminos para ese cambio sería la educación?
Claro, los niños son la esperanza. La educación desde pequeños es la única manera de cambiar la cultura y de dejar atrás el racismo. Porque ellos, de alguna manera, vuelven a sus casas con esta nueva visión, ya conviven desde la escuela con otras culturas. Ellos crecen entre argentinos, peruanos, niños y niñas bolivianas que son descendientes aymaras.
Hay veces en el documental que estallan tensiones nacionalistas, pero es porque los niños repiten lo que escuchan en casa. En esos momentos vemos cómo las profesoras subsanan al instante esos conflictos, con respeto, para que los niños aprendan desde la diferencia.
¿Hay muchas escuelas interculturales bilingües en Santiago?
En donde rodamos el documental hay dos escuelas así, una guardería y la otra la que vemos en la película. Aunque no es muy común este tipo de instituciones, sobre todo están en seis comunas donde la concentración de migración mapuche es muy fuerte. En un estimado se puede decir que no más de 2 o 3 escuelas interculturales por cada comuna.
¿Cómo definiría a la interculturalidad?
Básicamente es una mirada que se sitúa al mismo nivel. No ver al otro como un extraño o un extranjero muy lejano. No es una mirada en blanco y negro, sino desde una postura horizontal, es un diálogo entre culturas sin utilizar estereotipos, sin miradas distantes, como haciéndolos ajenos a tu realidad.