Pablo Cardoso presenta un viraje intimista

El artista Pablo Cardoso mantiene abierta hasta fin de mes la muestra Mandala, en la galería Dpm. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

El artista Pablo Cardoso mantiene abierta hasta fin de mes la muestra Mandala, en la galería Dpm. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

El artista Pablo Cardoso mantiene abierta hasta fin de mes la muestra Mandala, en la galería Dpm. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Pablo Cardoso plantea en su más reciente serie de pinturas una suerte de “autorretrato amplificado” alrededor de la casa-taller en la que ha vivido casi 20 años en Cuenca (Azuay), frente a la inminencia de abandonar la vivienda en la que vive con su esposa y su hijo de tres años. Se trata de un viraje hacia el intimismo y la autorreferencialidad de un artista cuyas preocupaciones se han centrado en los problemas que aquejan al medioambiente y sobre todo en la noción del paisaje, que ha marcado su obra de los últimos 17 años.

Mandala’ es el título de la exposición que el artista cuencano mantiene abierta en la galería Dpm de Guayaquil. La muestra de 12 trabajos de gran y pequeño formato está marcada por pinturas que juegan con la disposición de múltiples secciones o paneles (políticos), otra diferencia con su trabajo anterior, ejecutado en un solo lienzo.

Cardoso parte de un diario íntimo que comenzó a escribir en enero de este año, y del que ha extraído las fechas más llamativas para trasladar a la pintura el registro de sus días. Lo hizo atendiendo a los escritos del biólogo David George Haskell, naturalista que escribió un libro llamado ‘En un metro de bosque’, a partir del estudio y la observación profunda por un año de un metro cuadrado de bosque de Estados Unidos.

El científico relacionó el proceso con una mandala, una representación simbólica gráfica y espiritual del budismo -un macro o microcosmos en sí mismo- que “se pueden entender como una representación concentrada del universo”.

“Esa idea me dio pie para mirar mi propio hábitat, el espacio en el que vivo con mi esposa y mi hijo, las transformaciones de ese pequeño entorno, con el reto de ser partícipe y protagonista de lo que ocurre y al mismo tiempo ser observador, tener una mirada distante”, explicó el artista.

En una anotación de su diario en enero de 2017 apunta cómo la estructura de los últimos meses de 2016 y los inicios de año se vuelve “cacofónica” y cuenta cómo a momentos desespera con los “mismos actos, el mismo ritmo”. La anotación se convierte para la muestra en una pintura de gran formato, ‘16.1.17’ –la fecha del diario-, con dos plantas de la fachada de la casa, de ventanales pequeños y dispares a través de cuyos cristales se observan los bastidores de su taller.

¿Sentía Cardoso sus últimas series también como una cacofonía? “Eran los días los que se me estaban volviendo repetitivos, el ritmo de mi vida”, contesta. “Pero es una necesidad de todo artista después de haber realizado un tipo de obra, empezar a poner esa obra bajo un propio cuestionamiento y buscar cambios, claro que eso ha estado presente”.

Si en la fachada de la casa-taller, con nueve panales en óleo y acrílico sobre lienzo, la impronta es hiperrealista, el hiperrealismo de la fotografía de la que parte Cardoso, en otra de las obras destacadas el trazo es suelto y el estilo atiende a cuestiones más subjetivas. Es el caso de una obra en la que representa el nocturno de una casona vecina a la suya, en medio de un apagón del barrio Las Chirimoyas de Cuenca, cuya ‘centralización’ siente que los ha ido expulsando y que ha ido ahondando la constante preocupación por mudarse a un lugar remoto en la costa de Ayampe, en Manabí.

Las rocas marinas de Los Ahorcados de Ayampe forman parte de una de las obras de pequeño formato, junto una sandía cortada en el mesón y el viento moviendo las ramas del jardín, el subjetivo resumen de otra de las páginas del diario.

La fragmentación de las obras en polípticos alude al formato del diario y en unos casos son la única forma de resumir un día en una obra: congeniar a ‘La lechera’ de Vermeer, una pintura que le mostró una tarde a su hijo, con detalles del piso o de las lámparas del microcosmos hogareño.

La obra que abre la muestra representa las nueve imágenes históricas de la ubicación de su casa, disponibles en Google Earth. Cierra el recorrido una obra con dos paneles pequeños con dos escenas consecutivas de la película ‘Alien 3’ captadas en el televisor, en los que constan estos diálogos extraños, hilarantes o siniestros según se lo vea:

- ¿Qué hago, pulso B o C? ¿Y qué es C?
- Creo que tienes uno dentro.

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