Óscar Santillán, artista guayaquileño. Foto: archivo EL COMERCIO
Mácula, la muestra que se abrió en mayo de este año en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de México (MUAC), marca la consolidación internacional del trabajo que el artista guayaquileño Óscar Santillán ha realizado desde el 2014.
Esta muestra, integrada por cinco instalaciones: Vaciado, Solaris, Enciclopedia quemada, Epílogo y Baneque, es la primera exposición individual de Santillán en un museo de México y de América Latina.
Su práctica profesional se ha caracterizado por procesos artísticos atravesados por un trabajo interdisciplinar. Para crear sus instalaciones dialoga con científicos, historiadores, filósofos y artistas.
Lo que propone Santillán en su quehacer artístico es aplicar el método científico: se plantea una hipótesis y experimenta a partir de ella. Al final su objetivo no es buscar la verdad de algo sino especular. “El resultado final -sostiene el artista- siempre está en el borde entre lo real y lo ficticio. En ese borde todo se vuelve especulación”.
Para crear Baneque, por ejemplo, partió de la siguiente hipótesis: ¿es posible materializar una isla fantasma? Fue al Océano Atlántico, a unas coordenadas donde Cristóbal Colón había señalado que existía una isla, y recolectó 100 galones de agua, los dejó evaporar y logró que se produjeran cristales de sal. Esa fue su evidencia física de que sí era posible materializar una isla fantasma.
Santillán prefiere pasar de la metáfora a la evocación. Para él, lo real y lo no real se convierten en términos equivalentes y no opuestos. Para materializar estas ideas se vale de la pintura, el dibujo, el video, las instalaciones y el performance. Pilar Estrada, quien ha hecho acompañamiento curatorial y gestión de su obra, sostiene que su trabajo parte de inquietudes sobre el mundo, que a veces parecen innecesarias, pero que cuando se materializan dan respuestas que nadie esperaba”.
Santillán también estuvo este año, en mayo, en ArteBa, en la sección Solo Projects, curada por Sofía Hernández Chong-Cui, quien trabaja para la Colección Patricia Phelps de Cisneros; una de las más importantes colecciones privadas de arte latinoamericano.
En esta etapa artística -la primera estuvo marcada por una línea más política y como parte del colectivo La Limpia- Santillán ha desarrollado su capacidad de observación y su curiosidad.
Rodolfo Kronfle, historiador y crítico de arte, sostiene que Santillán es uno de los pocos artistas locales que comprendió cómo opera el entramado de circulación de arte hoy. “Tal vez el cosmopolitismo que ha adquirido su trabajo en todos estos años, el refinamiento en sus valores de producción y dispositivos de presentación, así como el afán sofisticador de sus intencionalidades intelectuales sean el resultado natural de sus continuos desplazamientos”.
Ese afán de hacer preguntas que no han sido planteadas le sirvieron para crear la obra Epílogo, un video instalación y escultura donde indaga los esfuerzos realizados por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche por usar una máquina de escribir que tenía una falla; la obra estuvo en la XIII Bienal de Cuenca (2016-2017).
En septiembre, presentará esa misma obra en la muestra colectiva ‘Historia de la infamia’ que se realizará en el Lacma, de Los Ángeles, en el marco del Pacific Standard Time: LA/LA, un evento liderado por The Getty, que se extenderá hasta enero del 2018.
En Mácula, las piezas creadas por Santillán son preguntas sobre la construcción del saber en Occidente. “Las obras activan, por diferentes vías, una imaginación alquímica y poética definida por las nociones de invisibilidad y transformación”, dice en un texto sobre la muestra la curadora Amanda De la Garza.
A través del “qué pasaría si…”, Santillán ha logrado que la especulación se convierta en una entrada potente para explorar las diferentes relaciones entre el hombre y su entorno. Estrada sostiene que en la obra de Santillán hay una observación permanente de mundos distintos.