Alejandro González Iñárritu y el equipo de la cinta triunfadora de la noche, en los momentos finales de la ceremonia. Foto: AFP
La designación de ‘Birdman’ como Mejor película del año según los Oscar, dividió a la audiencia del evento. No porque la cinta de Alejandro González Iñárritu no se lo mereciera, ¡vaya que lo hace!, sino porque ‘Boyhood’ cumplía más con el tipo de elecciones ‘esperadas’ desde la Academia.
‘Boyhood’ cumple con los preceptos de lo que en literatura sería “la gran novela americana”, un retrato de una época en EE.UU., a través de personajes en crecimiento, insertos en historias generacionales y tocados por el contexto. Hay algo que empata entre el filme de Linklater y las novelas de Jonathan Franzen: el ámbito familiar como manifestación de las incidencias políticas, económicas y sociales de las últimas dos décadas en EE.UU.
Pero el premio no fue a sus manos, es más fue la gran perdedora de no ser por Patricia Arquette. Quizá su misma popularidad atentó contra ‘Boyhood’. El título estuvo desplegado en espacios mediáticos, por su historia pero, sobre todo por su atípico proceso de realización: un rodaje durante 12 años. El experimento -o experiencia- no le valió el reconocimiento ni a la estrategia de su director.
Allí también ganó G. Iñárritu (así firma su filme), y también lo hizo en Mejor guión original. Ese juego de representaciones, donde el arte imita a la vida que imita al arte, y esa reflexión posibilitada por las máscaras y los fantasmas de sus personajes se constituyó en una historia que echaba puyazos al ‘showbiz’.
No se desmerecen los aciertos de esta película; entre ellos: la genial fotografía de Emmanuel Lubezki, la empatía entrela trayectoria actoral de Michael Keaton y la percepción del público, Edward Norton y Emma Stone bien en las condiciones de sus papeles, la percusión que define a su banda sonora… Pero, a fin de cuentas la Academia la premió siendo ‘Birdman’ un filme hecho en Hollywood sobre Hollywood. Algo similar ya ocurrió en el 2012 con ‘El Artista’ y en el 2013 con ‘Argo’; es decir, la industria del cine como movilizadora de historias sobre sus situaciones y sus personajes. ¿Cuántos de en la Academia se identificaron con Riggan, el actor en crisis y perseguido por su fama pasada?
Esos actores -votantes- fueron interpelados por el filme ganador. Y los miembros de la industria fílmica misma también fueron interpelados por los discursos que se entregaron durante la ceremonia. Entre ellos se habló de la necesidad de usar sus carreras bajo la luz pública para influir en causas políticas y sociales, desde la igualdad de derechos y la discriminación racial, hasta el trato a los migrantes, la necesidad de debatir sobre el alzhéimer, el suicidio, el ALS, y el coraje de los ‘whistle blowers’.
Los discursos confirmaron el epítome de la sociedad del espectáculo: cuando los intelectuales callan, las celebridades son la voz de la sociedad.
El presentador, Neil Patrick Harris, en uno de sus pocos momentos con gracia. Foto: AFP
Por su parte, lo de Wes Anderson le anota puntos al cineasta y a la Academia que nominó y premió al ‘Gran Hotel Budapest’, como muestra de que la estética y planteamientos -característicos de este cineasta- ganan espacio entre las nuevas generaciones de espectadores, críticos, académicos.
La apuesta iberoamericana en la categoría de Mejor película de habla no inglesa, ‘Relatos salvajes’, no consiguió imponerse al drama histórico, político, religioso de la polaca ‘Ida’. En este rubro, la Academia continuó con su predilección por los filmes que retratan los conflictos de otras latitudes y longitudes. La frescura y el entretenimiento de la cinta argentina española, a pesar de sus referencias al modelo social y sus relaciones con el individuo común y corriente, no captó la atención de los votantes.
En cuanto a los premios por interpretación actoral, no hubo sorpresa. Se ratificaron los reconocimientos de premiaciones previas. Claro, todos los premiados están soberbios en sus roles: J.K. Simmons y Patricia Arquette, Julianne Moore y Eddie Redmayne -este con reconocimiento a la trascendencia del hombre que lo inspiró-.
Una de las esencias más clásicas de Hollywood, el musical, fue asumido en el acto de apertura y lo fue minutos después con el homenaje por los 50 años de ‘The Sound of Music’. En este sentido, la gala fue más de la industria regodeándose en sí misma, en su nostalgia, en su ilusión, en su glamour. Incluso lo fue con la intervención de Jack Black ironizando sobre el mercado de celebridades y premiaciones. Y sí, el premio a ‘Birdman’ también se construye de esto y, quizá, de otros intereses en la perspectiva a futuro de una industria plagada de películas de superhéroes.
De la gala, siempre es momento emotivo el del ‘In Memoriam’. Robin Williams, García Marquez, Lauren Bacall estuvieron entre los recordados de esta gala, mas no se tomó en cuenta a la comediante Joan Rivers. ¿Será que el show desdeñó a la alfombra roja?
Lo que sí desdeñó fue la falta de gracia de Neil Patrick Harris, quien como presentador, intentó de todo sin ganarse la ovación. La ceremonia del 2015 no contó con momentos virales -a pesar de sus intentos y algunas imágenes explotadas en memes- como sucedió en el 2014. La gala de este año también se estructuró para acallar los rumores sobre la predominancia del ‘hombre blanco’ en las nominaciones de la Academia; en respuesta, las parejas de presentadores se conformaron interracialmente. En definitiva, sí: la industria fílmica vio a otros; pero en el camino se premió a sí misma.
Los ganadores
Eddie Redmayne
Mejor actor, por su papel en ‘La Teoría del Todo’.
Julianne Moore
Mejor actriz por su interpretación en ‘Siempre Alice’.
J. K. Simmons
Su papel en ‘Whiplash’ le valió la estatuilla.
Patricia Arquette
En su rol de la madre de ‘Boyhood’ se llevó el Oscar.