La Orquesta de Instrumentos Ancestrales y Nativos ofreció su primer concierto en Guayaquil. Foto: Cortesía UArtes
El trabajo de creación y experimentación es incesante para Schuberth Ganchozo, comprometido con el sonido de la nueva música montuvia, y también con las raíces de los instrumentos ancestrales.
Hace unos meses dirigió un laboratorio sonoro con la banda Tachonando, del consorcio guayaquileño Puerto Limpio, que toca principalmente percusión con materiales reciclados. Ahora dirige la nueva Orquesta de Instrumentos Ancestrales y Nativos (OIAN) de la Universidad de las Artes del Ecuador (UArtes), que presentó su primer concierto la semana pasada.
La orquesta une las dos vertientes pues los alumnos además de los instrumentos de caña guadúa y de barro de la orquesta, también tocan, por ejemplo, una trompeta elaborada con tubos de PVC.
Del laboratorio con Tachonando surgieron instrumentos como la ‘Vihuela Ecuatorial’ -al estilo de una guitarrona mexicana-, instrumento de cuerdas inspirado en diseños huancavilcas y construido con cartón, papel y contrachapado.
“Nosotros que vivimos en las ciudades debemos generar nuestros propios sonidos sanadores. El campo te produce el bambú y la caña, Guayaquil lo que produce son 3 500 toneladas de basura al día. La idea es reutilizar materiales para el arte”, dice el profesor.
Los 28 músicos miembros de la orquesta se jugaron la nota final de la clase en el concierto del miércoles anterior tocando caracolas, ocarinas de barro, toda una línea de tambores de bambú, guitarras de caña, marimbas y xilófonos de barro con teclas de cerámica.
“La planta de alumnos es pluricultural, tenemos estudiantes de la Sierra, Manabí o Los Ríos. Y sienten esta música muy suya, fue muy fácil montar un Raymi, una especie de heavy metal indígena”, indicó el director.
Juan Javier Valverde, uno de los miembros de la orquesta, rescata las conexiones que surgen de trabajar con géneros como la música montuvia, afroecuatoriana, los aires de la Sierra y del Oriente. “La orquesta representa la diversidad de todo un país”, dijo.
Ganchozo lamenta que la Universidad cuente con más de 20 sintetizadores y muchos instrumentos occidentales, pero no tenga al menos una marimba o un rondador. Ha tenido que proporcionar sus instrumentos personales para la cátedra. Y la orquesta se pelea el espacio para ensayar con los alumnos de la facultad de cine.
El siguiente paso es incorporar instrumentos a la orquesta a través de laboratorios en los que la academia se nutra de los saberes ancestrales. El primero será a finales de este mes con 15 artesanos de Libertador Bolívar, Olón y Manglaralto (Santa Elena) en un proyecto de vinculación con la comunidad en el que Ganchozo les enseñará a construir instrumentos.
A cambio, el lutier trabajará con los artesanos el diseño de un instrumento vinculado a la tradición de las balsas, una gran marimba chola-huancavilca que las comunidades le legarán a los músicos contemporáneos de la Universidad.