Ecología y casa son la misma cosa. De hecho, la palabra ecología proviene del griego oikos, que quiere decir casa.
La ecología concibe a la casa como un microsistema en interacción con el ecosistema más amplio llamado Gaia (la Tierra).
No obstante, como sucede en todo el mundo, incluido el Ecuador, el 80% de viviendas son poco sanas por la prevalencia de productos considerados potencialmente peligrosos como el formaldeído, el lindane, los pentaclorofenoles, el asbesto, el amianto, el plomo…
Construir biológicamente no es nuevo. Las casas ‘verdes’ siguen pautas bioclimáticas y pueden lograr entre un 50 y un 80% de ahorro energético con respecto a las convencionales.
Las nuevas tecnologías han roto ese equilibrio. La arquitectura ecológica busca atenuar esos efectos. ¿Cómo? No hay una sola fórmula. Sin embargo, hay dos ejes esenciales: los materiales alternativos y los sistemas bioclimáticos.
Entre los primeros se pueden anotar, por ejemplo, los impermeabilizantes mineralizados al silicato; aislantes naturales de corcho, lana, viruta y fibras vegetales tratados con tetraborato sódico; cales hidráulicas; canalones de aluminio, cobre y zinc…
¿Algunos sistemas bioclimáticos? Energía solar pasiva, control de humedad mediante elementos vegetales, desviación de vientos fuertes y contaminación acústica mediante barreras vegetales; depuración y reutilización de aguas residuales de origen doméstico; selección selectiva de residuos orgánicos…
Para el mobiliario y la decoración interior es mejor usar las fibras naturales. Estas se tratan con aceites y barnices ecológicos y se pulen con cera y esencias aromáticas. Por último, cultive muchas, muchas plantas.