La ONU debe reaprender a trabajar en equipo

El foro de Naciones Unidas en Nueva York este año solo contó con un delegado diplomático por país. Los discursos de los gobernantes fueron pregrabados en sus países. Foto: REUTERS

El foro de Naciones Unidas en Nueva York este año solo contó con un delegado diplomático por país. Los discursos de los gobernantes fueron pregrabados en sus países. Foto: REUTERS

El foro de Naciones Unidas en Nueva York este año solo contó con un delegado diplomático por país. Los discursos de los gobernantes fueron pregrabados en sus países. Foto: REUTERS

Cuando en las salas de redacción se bosqueja la primera página de la edición del siguiente día de un periódico, uno de los argumentos que más pesa es ¿qué información le interesa a los lectores? Una revisión rápida de las portadas de los principales diarios del mundo del pasado 22 de septiembre se vuelve un particular termómetro de cuánto le importó al ciudadano de a pie el inicio de la Asamblea General número 75 de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Aunque se trata de un tema que lleva acaparando titulares ya por más de seis meses, los aún inconmensurables alcances de la pandemia son el principal tema para vender ejemplares. Y lo que podía ser un nuevo recordatorio de que en 1945 terminó una guerra mundial tan cruenta que no se debe repetir nunca más, se convirtió en otra reunión virtual en tiempos de covid-19.

Por eso The New York Times, por ejemplo, ni siquiera hizo una nota pequeña en su ‘front page’ de los prolegómenos de la reunión, que marca los tres cuartos de siglo de un organismo que nació para -y todavía busca- condensar la cooperación de los países en pos de la paz mundial.

A lo mejor es la “falta de drama”, como se lamentó Richard Gowan, del centro de análisis Grupo de Crisis Internacional. La agencia de noticias France Presse destacó la falta de reu­niones bilaterales sucesivas a cada jornada, la ausencia de la ‘diplomacia bajo la mesa’ para hacer frente al coronavirus, o los encuentros al margen entre los ministros del Grupo de Lima para debatir la crisis en Venezuela, o las “visitas del presidente cubano a una iglesia del norte de Nueva York para fustigar al capitalismo”.

Nada de sorpresas ni expectativa sobre lo que dirá Donald Trump con el fin de poner un poco más a su favor las encuestas para las elecciones de noviembre. Todos los discursos están ordenadamente publicados en el sitio web de la ONU y cada país puede publicar lo que diga su respectivo gobernante, y muy poco más.

Más que una circunstancia anecdótica, analistas anticiparon que este singular encuentro de discursos pregrabados y solo un delegado por cada nación en la emblemática sede de Naciones Unidas -ubicada en el barrio Turtle Bay de Manhattan- sería un síntoma de la gran necesidad de remezones y cambios en el organismo.

Dentro de la actual coyuntura, Richard Haass, presidente del Consejo para las Relaciones Internacionales, afirma que las grandes potencias obtienen “la ONU que desean, no la que el mundo necesita”. China consiguió que el rol del Consejo de Seguridad se haya visto minimizado, agrega, y sin críticas ni llamado de atención no es posible que se haga responsable por cualquier acción u omisión que haya contribuido a que el SARS-CoV2 ponga al planeta en jaque.

Foto del archivo histórico de la Asamblea de Naciones Unidas celebrada en octubre de 1945 en Reino Unido, donde se ratificó su carta de creación. Foto: Tomado de Flickr Naciones Unidas

Yendo un poco más atrás en la historia, apunta que Rusia evitó desde su puesto en el Consejo de Seguridad una acción unificada para detener el baño de sangre en los Balcanes durante los noventa. Ante la falta de apoyo internacional, el presidente George W. Bush se saltó la autoridad de la ONU cuando se lanzó a la guerra con Iraq en el 2003. De la misma forma, Moscú bloqueó cualquier reacción conjunta frente a su intención de anexar Crimea en el 2014.

Todo esto sin contar que hay conflictos en Siria, Yemen o Libia, con sus consecuentes desastres humanitarios, en los que Naciones Unidas no ha encontrado vías para hallar una solución. Y, como subraya Rick Gladstone en el mismo The New York Times, hay una situación entre israelíes y palestinos casi tan antigua como la mismísima ONU.


‘Nuestra casa está en desorden’

La necesidad de cuidar la bioseguridad resultó el mejor pretexto para que los grandes líderes mundiales demuestren cuán poco les importa mantener una cohesión planetaria en estos momentos en que parece mucho más necesaria. Las propuestas de combate a la pandemia y reactivación económica van más por el lado de proyectos nacionalistas que hacia el multilateralismo.

El presidente francés Emmanuel Macron ya lo sentenció recientemente: “Nuestra casa común (la ONU) está en desorden, a imagen y semejanza de nuestro mundo. Sus pilares se erosionan, sus paredes se agrietan a veces bajo los ataques violentos de aquellos mismos que la construyeron”.

Más allá del ámbito diplomático, esto puede tener devastadores efectos en el hecho de que Naciones Unidas tiene el puesto indiscutible del mayor proveedor de ayuda humanitaria, con personal trabajando en más de una docena de zonas en conflicto en todo el orbe. Con menos predisposición de los países que más tienen, a aportar a calamidades como la migración por hambre o por violencia, ¿qué va a pasar cuando se vuelvan problema de todos las catástrofes causadas por el cambio climático?

Para el próximo 24 de octubre, cuando se cumplan los 75 años de que la Carta de Naciones Unidas fuera ratificada por los que hoy todavía son los gobiernos más poderosos (China, Francia, la Unión Soviética que hoy es Rusia, EE.UU. y Reino Unido), los titulares de la prensa tradicional y los ‘trending topic’ en las redes sociales todavía tendrán mucho que ver con rebrotes y confinamientos.

Reparar el “multilateralismo erosionado”, como apenas el viernes lo calificó el papa Francisco, se vuelve el desafío más apremiante, más allá de los llamados a ‘repensar’ su estructura, como sugirió el presidente chino Xi Jinping. Es cierto que se cumplió el objetivo básico de 1945 de impedir una nueva conflagración planetaria, pero hay un calentamiento global que no admite espera, terrorismo que siempre está al acecho, millones de desplazados sin esperanzas de futuro, descalabro general a causa de un virus. Construir la paz mundial es mucho más complejo ahora y, sobre todo, lograr que a gobernantes y gobernados les importe trabajar por ello.

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