Después de eliminar la alerta sanitaria del virus zika, la OMS busca una estrategia mundial para evitar una nueva epidemia de la enfermedad. Foto: AFP
La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió levantar la emergencia sanitaria global por el virus zika, pero no ha bajado del todo la guardia. La medida fue adoptada por durante la quinta reunión del Comité de Emergencias, el pasado 18 de noviembre, y apunta a definir una estrategia más sólida contra la enfermedad, en especial por su relación con casos de microcefalia y otros trastornos neurológicos, como el síndrome de Guillain-Barré.
La emergencia, decretada en febrero pasado, respondió justamente a los casos inusuales de microcefalia y otros males neurológicos notificados en Brasil (anteriormente también hubo casos similares en Polinesia Francesa). Confirmar ese nexo requería una investigación, que ya tiene resultados.
“Dado que la investigación ahora ha demostrado la conexión entre la infección por el virus del Zika y la microcefalia, el Comité de Emergencias consideró que ahora se necesita un mecanismo técnico sólido, a más largo plazo, para gestionar la respuesta mundial”, indica un comunicado de la organización.
Hasta inicios de noviembre el zika se había reportado en 73 países y territorios. La transmisión se registró desde el 2007, pero a partir del 2015 los casos aumentaron rápidamente. Del total de países afectados, 26 reportaron casos de microcefalia y otras malformaciones del sistema nervioso central, posiblemente asociadas al zika. Los últimos reportes llegaron a inicios de este mes de Bolivia, Trinidad y Tobago y Vietnam.
El Comité de Emergencias de la OMS informó que la alerta de salud pública llevó al mundo a adoptar una respuesta urgente y coordinada ante la infección. Sin embargo, ahora se busca delinear planes más profundos ante un “problema sumamente significativo a largo plazo al que la OMS, los Estados Partes y otros asociados deben hacer frente de una manera similar”.
“El Comité recomendó que la respuesta se convirtiera en un programa sostenido de trabajo con recursos específicos, a fin de abordar la naturaleza a largo plazo de la enfermedad y sus consecuencias asociadas”, agrega el comunicado.
Instituciones globales, como el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), mantienen sus recomendaciones a las embarazadas para evitar el contagio. Esto debido a las graves consecuencias en los neonatos, que ya han sido confirmadas por estudios.
Según reportaron medios internacionales, hay cerca de 2 300 casos confirmados de bebés que nacieron con microcefalia asociada a zika. Sin embargo, para algunos directivos de la OMS la cifra es probablemente una “subestimación significativa” de lo que sucede realmente.
En febrero, cuando apenas se reportaba en 24 países de América, el virus fue catalogado como una “amenazada de proporciones alarmantes”. Entonces la declaratoria de alerta se sumó a la lista de otras crisis mundiales en salud, como el brote de ébola en el 2014, la gripe AH1N1 en el 2009, la gripe aviar en el 2005 y la neumonía asiática en el 2002.
Ante esa emergencia, la organización determinó que se necesitaría un presupuesto de USD 122,1 millones para ejecutar un plan de respuesta estratégica entre julio de 2016 y diciembre de 2017. Reforzar la detección, la prevención, la atención y la investigación fueron los puntos fuertes de este plan para ayudar a los gobiernos a tratar las complicaciones de la infección.
La iniciativa se tomó al considerar el riesgo de propagación internacional del virus, debido a la amplia diseminación de su transmisor, el mosquito Aedes aegypti. A esto se agregaron otros factores, como la falta de inmunidad en la población, la falta de vacunas, tratamientos específicos y pruebas de diagnóstico rápido; y las desigualdades en el acceso al saneamiento y servicios de salud en los territorios afectados.
En Ecuador, el último reporte del Ministerio de Salud registra 2 665 casos del virus. 812 fueron confirmados por pruebas de laboratorio y el resto por nexo epidemiológico. Del total, 2 251 se concentran en Manabí, la provincia más afectada por el terremoto del pasado 16 de abril.
En cuanto a embarazadas con el virus, el informe publicado el pasado 16 de noviembre indica que hay 219 casos (169 en Manabí). Hasta ahora han nacido 79 niños “sin enfermedades congénitas”, como indica el MSP. No obstante, todos están en seguimiento.