Festejos de Halloween en la plaza Foch en Quito. Foto: EL COMERCIO
21:30, 31 de octubre del 2014. Las calles Foch y Reina Victoria cerradas al paso vehicular. La plaza Foch se vuelve peatonal y los disfraces de terror se toman el lugar.
Globos anaranjados y negros decoran los portones de los bares. Las calles atestadas de gente vestida de civil que se mezcla entre los individuos un poco más atrevidos que utilizan disfraz.
Las más recatadas portan solo orejas de Minnie Mouse entregando una imagen inconclusa de disfraz. Las calles de la Zona, sin embargo, lograron atraer a los amantes de la fiesta de brujas, dando cabida a que aparezcan personajes de pesadilla.
Entre el ingenio y la necesidad, algunas personas llegaron a la plaza Foch sacando provecho de sus cualidades físicas. Desde la multitud destacaba un hombre largo vestido de terno y pintado la cara de calavera, su languidez colaboraba para su parecido con Jack, de la cinta ‘Pesadilla antes de navidad’.
Asustando a todo el que se acercaba estaba Manolete Rosero, quien se escondía tras una máscara que delataba a Freddy Krueger. En días como estos, Rosero reconoce que la gente se inclina a lo que más le gusta a hacer, en su caso la pasión por las películas de terror le llevaron a adquirir el traje en EE.UU.
Así mismo hicieron el colectivo de actores Kiart, quienes aprovecharon la ocasión para caminar las calles de Quito vestidos de superhéroes. Batman, Gatubela y hasta integrantes de los X-Men formaban parte del grupo. El equipo decidió tomar ventaja de la elevada producción de sus trajes para cobrar por las fotos que se tomaba la gente con ellos.
Las calles repletas de personajes permitían que tanto civiles como aficionados se acerquen a los disfrazados para sacarse fotografías. USD 1 por fotografía era el cobro sugerido que ponía la mayoría de grupos que se establecieron en las cuatro esquinas de la plaza.
Roberto Terraza junto a cuatro amigos elaboraron disfraces medievales para sorprender a los transeúntes de la Zona. Cuenta que lo hacen desde hace 10 años y cobrar por las fotos es la única forma que tienen para impulsar la autogestión “así cubrimos lo que gastamos en los trajes o el taxi de regreso“, ríe Terraza.
Los bares ofrecían promociones para quienes se encontrasen disfrazados, por ejemplo, en el el bar Bungalow se entregó un trago de cortesía a todos las personalidades creativas que ingresaron.
Dentro del mismo bar, los meseros y administrativos debían llevar disfraz, “debemos dar el ejemplo“ comentó Elio Serrano, administrador del lugar.
Mientras la gente hacía fila para entrar en los bares podía verse un desfile de calaveras, zombies, gatos y payasos maquiavélicos.
Para Jorge Navarrete, de 22 años, Halloween permite sacar el lado atractivo de la gente. Tras su disfraz de Flash agregó que en fechas como estas “hay quienes se disfrazan, pero otros sacan quienes realmente son“.
En un mar de Alicias en el país de las maravillas, sombreros locos, Alien y Thor la fiesta de Halloween se plasmó en la plaza Foch como un evento que cada año sigue ganando más adeptos.