Todos están uniformados. Sus mandiles plomos los identifican como los nuevos aspirantes a la carrera de Medicina, de la Universidad de Guayaquil.
En total, 3 000 bachilleres se inscribieron en el preuniversitario 2010 de esta facultad. Para que realicen el curso, las autoridades tuvieron que destinar un pabellón de 24 aulas, en donde funcionan 46 paralelos, divididos en la mañana y en la tarde.
En cada salón estudian hasta 70 alumnos. Después de tres horas de estudiar Biología, una de las materias básicas, Esther García descansa un poco.
“Hay que estudiar mucho para pasar el examen final. Sufrí para entrar porque ya no había cupo y tuve que esperar el sorteo”, cuenta la joven de 17 años.
Según Wilson Maitta, decano de la facultad, Biología y Anatomía son las materias más complicadas. Explica que del total de inscritos entre un 45 y 50% no pasa el curso. El año pasado, por ejemplo, de 3 200 aspirantes solo aprobaron 1 500.
Para el decano, las cifras tienen una explicación. “Las fallas vienen de la educación media. En los colegios hay muchos desniveles”. Esos vacíos, asegura, no se pueden cubrir en los tres meses que dura el curso.
El preuniversitario de Gastronomía concluyó hace una semana. En las inscripciones, esta carrera registró a más de 400 aspirantes. Los profesores revisan los exámenes finales antes de publicar la nómina de los calificados.
Según la coordinadora académica Grace Molina, para el primer año de esta carrera solo hay cupo para 150 estudiantes.
El resto, en caso de aprobar, deberá esperar la apertura de un próximo semestre.
En la facultad de Filosofía las notas ya están colgadas en las carteleras. Luis Sánchez, director de los preuniversitarios explica que de los 5 888 inscritos en las 16 carreras más grandes, 4 856 aprobaron. El resto, 1 032, no alcanzó el puntaje base.
El decano de la facultad, Francisco Morán, afirma que con la gratuidad la demanda estudiantil aumentó, pero también subió la tasa de deserción. El máster en Educación explica que esto se debe a un desfase que hay entre el colegio y la universidad. De ahí que opina que se deben aplicar cambios en las mallas curriculares de la educación media.
El subdecano de la facultad, Eduardo Torres, agrega otros factores. “Aquí influye desde el aprovechamiento hasta la familia. Algunos chicos solo ingresan a una carrera por sus amigos, pero en el camino se dan cuenta de que esa no es su vocación”.
La deserción también representa pérdidas económicas para la Universidad. Raúl Vargas, director financiero del centro de estudios, señala que con la vigencia de la gratuidad la entidad dejó de percibir los USD 80 que se cobraba por el curso.
Actualmente, ese monto no es parte del presupuesto de la entidad, que para este año será similar al del 2008: USD 21 791 460. Esto sin contar el déficit de los últimos dos años, que alcanza los USD 31 801 530.
Aunque todavía no hay resultados globales del preuniversitario 2010, el vicerrector académico de la Universidad de Guayaquil, José Apolo Pineda, asegura que la tasa de reprobación tiende a mantenerse en un 50%. El año pasado, por ejemplo, de 24 251, solo 9 014 aprobaron.
Apolo afirma que hay varios factores: la falta de orientación en el colegio, la ausencia de un test de ubicación profesional que le permita al bachiller conocer sus capacidades y la influencia de los padres, que más allá de las aptitudes, buscan que sus hijos sigan las carreras tradicionales como Medicina y Leyes.
A esto se suman las falencias académicas. En el 2004, la Universidad analizó el contenido de las asignaturas básicas que se dan por especialización en los colegios. El informe reveló que varios colegios fiscales no cumplen con los parámetros educativos.