Nixon García es uno de los fundadores del Festival Internacional de Teatro de Manta. Foto: Archivo/EL COMERCIO
¿El Festival Internacional de Teatro de Manta se volvió dependiente de los recursos que le entregaba el Ministerio de Cultura? Usted ha dicho que los apoyos han sido esporádicos, ¿cuál es la realidad?
El festival tiene varios años que no recibe recursos del Ministerio de Cultura. Desistimos de aplicar a los fondos concursables desde hace cuatro o cinco años y hemos buscados fondos locales. Entre las instituciones que nos han apoyado están la Universidad Laica Eloy Alfaro, el Municipio de Manta, el Gobierno Provincial y la Embajada de España. Este año manejamos un presupuesto de USD 45 000.
¿El Festival de Artes Vivas que se realizará en Loja le quitará aún más peso al Festival de Manta?
El Festival de Manta tiene sus características. Siempre hemos sido un festival pequeño con recursos limitados. El Festival de Loja es un evento oficial, del Gobierno. El nuestro, a pesar de tener aportaciones estatales, sigue siendo independiente. Me temo que el festival de Loja, por ser un evento creado desde una decisión política, no dure en el tiempo.
¿Cuáles son esas características que menciona sobre el festival?
El Festival de Manta es un espacio de encuentro y de solidaridad. No es una vitrina. Nos preocupa la fraternidad entre todos los participantes del festival. Eso marca la diferencia con otros festivales, que son respetables, pero que tienen otra forma de accionar.
¿Cómo dialoga, en la actualidad, este festival con otros, como el de Cuenca o el nuevo FIEQ de Quito?
Desde hace 10 años no hemos tenido contacto, en cuanto a programación, con el Festival de Cuenca. Con el FIEQ, en el 2015, coincidimos en programar a dos agrupaciones una de Chile y otra de Bolivia.
¿Por qué cree que el festival ha perdido el poder de convocatoria de sus primeros años?
Cuando empezamos en 1988 no existían más festivales en el país. Cuando creamos la Red Ecuatoriana de Festivales la programación se extendió a Quito y Guayaquil. La convocatoria en relación con el público sigue existiendo. El festival tiene gran afluencia. Tenemos de 350 a 400 personas por función. Si consideramos la población de Manta y la comparamos con otras ciudades, sin duda, este festival es el que tiene más convocatoria de público en todo el país.
¿Cuál es la percepción que tienen los grupos internacionales sobre el Festival de Manta?
El festival tiene un prestigio internacional. Es considerado uno de los más importantes de Latinoamérica, por todo lo que ha aportado en estos 29 años. Siempre nos están invitando a eventos y a festivales de teatro y para encuentros en diferentes países del mundo. Pero no somos un festival grande ni tampoco queremos serlo. Queremos ser un espacio pequeño, de encuentro, de solidaridad, para que sea cercano al público, a los grupos y a los organizadores y eso lo saben los grupos de afuera.
¿Cuáles son las nuevas propuestas que tiene el festival? ¿Cómo se está reinventando?
El Festival de Teatro de Manta es un festival que responde a la situación actual de Manta y de Manabí. Este año hemos organizado una programación para atender al público damnificado por el terremoto del 16 de abril. Los grupos que vienen al festival estarán en sala, pero también irán a los albergues.
El Teatro Chusig, escenario principal de este festival, fue afectado por el terremoto de abril, ¿dónde se realizarán las funciones este año?
Las funciones de sala van a ser en el Centro de Artes Escénicas La Trinchera. A pesar de que no está concluido, sí está en condiciones de atender una gran parte de la programación. Luego iremos a los albergues de la provincia y a espacios dentro de la Universidad Laica Eloy Alfaro.
Este año se incluirán funciones para los damnificados del terremoto, ¿cuántas funciones y en dónde se realizarán?
Para los damnificados están programadas cinco funciones. Una en Portoviejo, dos en Manta, una en Jaramijó y otra en Jama. Todas serán