Los niños pueden aprender a llevar un estilo de vida sano en las vacaciones

Los participantes reciben clases de cocina orgánica en el campamento vacacional Wawas, ubicado en la vía Intervalles. Foto: Diego Pallero/ El Comercio

Los participantes reciben clases de cocina orgánica en el campamento vacacional Wawas, ubicado en la vía Intervalles. Foto: Diego Pallero/ El Comercio

Los participantes reciben clases de cocina orgánica en el campamento vacacional Wawas, ubicado en la vía Intervalles. Foto: Diego Pallero/ El Comercio

A pocos días de finalizar el año escolar, las ofertas para campamentos vacacionales empiezan a circular. Cursos de fútbol, natación, dibujo, pintura y música son los más populares.

Pero en los últimos años la tendencia a buscar una vida más sana y un equilibrio físico, emocional y espiritual ha creado espacios donde los niños pueden practicar yoga, meditar, conocer sobre los cultivos orgánicos mientras juegan y se divierten.

Según la psicóloga Carolina Escalante, es importante que los niños compartan espacios con otros pequeños en el verano. “Al no estar todo el tiempo frente al televisor y la computadora desarrollan otras habilidades y destrezas; aprenden a sociabilizar”, indica.

El juego es una parte fundamental del ser humano. Un estudio de la Universidad de Barcelona, España, señala que “en la infancia y la adolescencia, el juego puede tener unas consecuencias educacionales de primer orden. Como en la mayoría de las actividades de vigilia, el juego instruye y educa”, escribe su autor Gerard Martínez.

Esta fue la idea bajo la cual se creó el campamento Wawas del centro de Ayurveda Wah Spirit. Su directora, María Fernanda Bueno, diseñó hace cuatro años un espacio para que los niños sean niños.

Para ella, si bien es importante que los chicos aprendan, es importante dar el espacio a lo lúdico. “No les obligamos a hacer las cosas de una forma, los niños aprenden jugando y haciendo las cosas a su manera, sin presiones”, dice Bueno.

Entre las actividades que tiene el centro se incluyen clases de yoga, música, huerto y cocina orgánica. También hay espacio para que los pequeños desarrollen sus habilidades artísticas en talleres de teatro.

Según Margarita Orellana, del centro Dharma, el yoga tiene varios beneficios para los niños. “Mejora la concentración porque para lograr hacer las posturas deben trabajar en poner toda su atención en la actividad que realizan”, asegura. En niños con comportamientos hiperactivos es ventajoso para canalizar la ansiedad y el miedo mejorando su ánimo.

Otro de los beneficios que tiene es que ayuda a los niños a tomar conciencia de su cuerpo. Al hacer diferentes movimientos aprenden qué les duele o qué les relaja. “También les ayuda a liberarse porque en el colegio y en la escuela están siempre sujetos a una estructura”, indica Orellana.

Los campamentos vacacionales en Wah y Dharma están dirigidos a niños a partir de cuatro años. En el centro Anahata, en el valle de Los Chillos, se reciben niños de 6 a 9 años. Su instructora, Myriam Burneo, complementa las clases de yoga con música que favorece el desarrollo auditivo y sensorial y también ayuda a relajarse.

Lo orgánico y lo saludable también tienen espacio en los cursos de verano. Además del ejercicio, algunos talleres y campamentos buscan iniciar a los niños en hábitos sanos y prácticas amigables con el medioambiente.

En el campamento Kuyuriy, para niños de entre tres y nueve años, se realizan actividades en un Jardín Urbano. En él, los niños pueden aprender sobre la alimentación sana, los productos y el cuidado de la naturaleza. De igual forma en Wah, los pequeños pueden aprender a sembrar y cosechar alimentos saludables que luego preparan en clases de cocina.

Hay opciones en distintas partes de la ciudad. La mayoría de talleres y campamentos se inician los primeros días de julio y funcionan con diferentes grupos de niños cada semana a lo largo del verano. Algunos centros también ofrecen servicio de transporte y alimentación.

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