Andrea Gómez, alumna del Centro Alfonso Laso de Quito, opina que ser niño es un claro ejemplo de siempre decir la verdad, de ser dulce, cariñoso y demostrar lo que se siente.
¿Consideras que los adultos toman en serio el Día Internacional del Niño?Algunos sí, pero la mayoría no. Hay adultos que creen que dar regalos, caramelos, juguetes’ es suficiente para festejar nuestro día. Los niños necesitamos otras cosas, como que nuestros padres estén junto a nosotros, que nos presten atención. Los adultos deben acordarse de lo que es ser niño.
¿Qué es ser niño?
Ser niño es el claro ejemplo de decir siempre la verdad, de ser dulces, cariñosos. Es demostrar lo que se siente.
¿Cuál debe ser la mejor forma de festejar este día?
En la casa diciéndonos cuánto nos quieren, escuchando nuestras palabras. En la escuela preguntándonos sobre lo que pensamos, tomando en cuenta nuestro punto de vista sobre un tema, haciéndonos participar por igual. En la calle y en las instituciones respetándonos, porque somos niños nos ignoran. Los agasajos no son suficientes. Las consideraciones no deben ser solo un día, sino todos, porque todos los días somos niños. Festejar a un niño es estar junto a él, no dejarlo con otras personas. Es compartir, hacerle parte de sus vidas.
Si de ti dependiera, ¿qué harías para que se cumplan los derechos de las niñas y niños del país?Yo crearía una escuela para que todos los niños aprendan y se preparen para la vida. Todos los niños tenemos derecho a estudiar, pero no se cumple. Hay niños que están en la calle trabajando (llora). Todos queremos ir a la escuela, pero no todos podemos hacerlo. Otro de los derechos vulnerados es tener una familia. Las mamás y los papás dejan solos a sus hijos, se separan y no velan por ellos. Yo fundaría una escuela para padres, donde se les dé charlas y se les capacite para que puedan criar mejor a sus hijos y así ellos tengan una buena familia.
¿Qué le pedirías al Presidente de la República en favor de los niños y de los ecuatorianos en general?
Primero que cumpla sus promesas de que no habrá más niños en las calles. Me da mucha tristeza cuando veo a niños trabajando para ayudar en sus casas y que no van a la escuela. También le pediría que haga cumplir nuestros derechos con los transportistas. Ellos ven a los niños en las calles y no nos llevan. Me ha pasado varias veces a la salida de la escuela. Cuando levanto la mano, los choferes de los buses se cambian al otro carril o aceleran y nos dejan. Eso también pasa con las personas de la tercera edad.
Y en tu casa, ¿crees que se cumplen tus derechos de niño?
Sí. Mis padres me respetan. Todo el tiempo me dicen que me quieren. Me dan amor, me escuchan cuando opino. Ellos me protegen, me dan el estudio. Lo que yo tengo en mi casa es lo que deseo para todos los niños del país.
¿Hay alguna cosa que no te gusta de los adultos? ¿Qué harías para cambiar eso?
Me disgusta que no escuchen nuestras opiniones. Que piensen que por ser niños no estamos conscientes de las cosas. Que no podemos aportar con ideas o criterio en nuestra casa, escuela u otro lugar. Me enoja que los adultos tomen decisiones solos, a veces sobre nosotros. Ellos deben comprender que los niños valemos mucho y que lo que pensamos o decimos tiene sentido y razón, que decimos la verdad, que también nos preocupa nuestro entorno. Pero, lamentablemente, no nos hacen mucho caso.
¿Qué es lo que los adultos no entienden de ustedes?
Que no es suficiente con comprarnos regalos. Los adultos dejan nuestra educación en manos de objetos como la televisión. Así no somos felices, solo basta con que los padres nos digan que nos quieren, que nos demuestren que somos importantes, que nos den cariño y que siempre estén junto a nosotros.
¿Crees que los adultos les ignoran y no cuentan con los niños para decidir algo?
Sí, todo el tiempo. Nos duele cuando toman decisiones sobre nosotros sin consultarnos. A veces esas decisiones no son las correctas, las que nos convienen.
¿Qué es lo más doloroso de los castigos?
El pensamiento que tienen los padres. Creen que con golpearte te van hacer cambiar. Es al contrario, cuando lo hacen incitan a no obedecer. Esta es una forma de desquitarnos de los castigos. También duelen los insultos, las palabras hieren más que los golpes.
¿Has sido víctima de alguno?
No. Porque cuando hago algo malo, en mi casa me preguntan y escuchan mis razones.
¿Y qué propones para acabar con ellos?
Cuando los niños se porten mal, primero hablen con ellos, que les pregunten las razones y sin castigos les enseñen lo que es correcto. Los castigos no necesariamente son la mejor forma de corregir. Los adultos deben entender que todo comportamiento bueno o malo tiene una causa.