El sistema del 1×1 busca mayor difusión de la producción local. Ilustración: Israel Pardo
Tras una breve revisión de la difusión de contenidos musicales por las emisoras nacionales se desprende que la relación entre música extranjera y música ecuatoriana es de cuatro a uno. Es lo que se busca cambiar -gradualmente hasta junio del 2016- con el Reglamento para la aplicación del 1×1, aprobado por el Cordicom, la semana pasada.
Frente a este panorama para la difusión de música ecuatoriana, algunos cuestionamientos se dan sobre la cantidad de canciones requeridas para completar los nuevos espacios. Además, si la rotación responderá a una apertura para las creaciones o se insistirá en la promoción de nombres recurrentes.
Según datos parciales de las asociaciones que integran intérpretes, autores y compositores nacionales, poco más de 1 000 artistas están registrados en esos cuerpos. En la Sociedad de Autores y Compositores, desde el 2010 se han registrado 15 000 canciones, un volumen reducido de cara a la normativa.
La cuota de canción local busca crear industria
Uno de los mayores retos para la Supercom, el organismo encargado de hacer cumplir la ley 1×1, será el establecer un mecanismo eficaz para controlar el amplio espectro de frecuencias radiales a nivel nacional, teniendo en cuenta que las únicas estaciones exentas de cumplir los porcentajes estipulados son aquellas cuyo contenido no es musical en un 90%.
Según información publicada por diario El Universo el 15 de octubre del 2014, la entidad ha registrado dentro del procedimiento de régimen especial dos contratos para el monitoreo de la publicidad y los hechos noticiosos publicados en los medios.
Al estar incluido el espectro radiofónico, tal información habla de la existencia de una herramienta capaz de determinar si las estaciones cumplen o no con la cuota establecida.
Es por eso que aquellas empresas de radiodifusión que no cumplan con lo que establece la Ley Orgánica de Comunicación y los reglamentos, serán sancionadas con el pago de diez salarios mínimos unificados. Esto quiere decir que si no se escucha música de producción local en un 20% este año (35% al segundo y 50% desde el tercero) en una emisora, esta deberá pagar USD 3 400.
Las leyes de radiodifusión con cuotas mínimas para la producción musical local han sido implementadas en países considerados potencias artísticas como Australia, Canadá, Francia o España.
En la región, destaca el caso argentino que con Ley de Interés Nacional en Difusión de Música Argentina de 1972, sin establecer cuotas aún, aprobó parámetros proteccionistas para la producción musical ese país.
Años después, en el marco de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual del 2009, en Argentina se adoptó cuotas de difusión obligatorias de mínimo 20% y un máximo de 30% dependiendo del alcance de la radio: estatal, regional, municipal, universitaria o privada.
A esa iniciativa dispuesta por una ley de naturaleza similar a la ecuatoriana, la complementan programas de incentivo como el Banco de la Música en Red (plataforma digital de promoción), el programa La Música de Todos (acceso a música en la escuela), el concurso de bandas Maravillosa Música, Músicos por el País (producción de eventos) y el Programa Social de Bandas y Orquestas. Hoy en día el porcentaje de la música argentina en radio supera la cuota establecida por la ley.
La música ecuatoriana se produce sin especialización
El objetivo parece claro: fomentar la producción y difusión nacional de los contenidos musicales. Pero la difusión en radio es solo uno de los elementos dentro de una cadena de producción que aún no termina de consolidarse en el Ecuador.
Según un diagnóstico de la actividad fonográfica en el país, realizado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio, “la actividad de producción fonográfica en el Ecuador registra la ausencia de tres elementos importantes para el desarrollo de una industria”.
Por un lado está la falta de “especialización” en las distintas fases de la cadena de producción, desde la creación pasando por la fabricación y difusión. Añade que también se afronta una falta de “empresas especializadas en la gestión de la cadena de valor que tengan una visión empresarial clara con enfoque de mercado”.
Además, hay un desconocimiento acerca de los derechos de autor y los derechos conexos derivados de la creación, producción y grabación de fonogramas”.
La asociatividad y el registro de obras muestran datos parciales. La Sociedad de Artistas, Intérpretes y Músicos Ejecutantes del Ecuador (Sarime) maneja una base de 340 artistas.
Sayce agrupa a 750 autores desde el 2010 y un estimado de 15 000 canciones registradas en este período. Según datos del Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual, entre el 2010 y el 2013 se han registrado 624 fonogramas a escala nacional.
En el país tampoco existen datos concretos sobre el número de artistas y profesionales vinculados a la industria fonográfica. La Federación Nacional de Artistas Profesionales (Fenarpe) tiene un registro de 3 450 socios, de los cuales se calcula que el 84% está vinculado a la industria musical.
Pablo Cabrera, presidente nacional de Fenarpe, explica que al menos el 95% de artistas vinculados a la organización tiene una formación más empírica que académica.
La conductora radial Jazmine Cattan asegura que para llegar a cubrir el 50% del contenido musical con producción nacional su programa es parte de un proceso institucional para aumentar la cuota de música nacional.
Con una relación actual de una canción nacional por cada cuatro extranjeras se espera que en un año esa relación sea de uno a uno. Para la locutora, el músico ecuatoriano tiene talento pero poca visión empresarial para promocionar su obra.