Josué Pilla aprende de Manuel Masaquiza los conocimientos para interpretar el bombo. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO
Un grupo de adolescentes mira con atención cómo Manuel Masaquiza, de 56 años, interpreta el bombo, un instrumento musical de percusión que aún se utiliza para animar las fiestas en la comunidad indígena de Salasaka.
Él es uno de los expertos en los ritmos con este instrumento en esa localidad de Tungurahua, asentada a 12 kilómetros al oriente de Ambato.
La melodía que interpreta se denomina Shamunchimi (Venimos y venimos). Masaquiza explica que es una especie de ritual para dar la bienvenida a los novios. Consiste en golpear cuatro veces la membrana templada de cuero de borrego disecado, marcando perfectamente el ritmo de las flautas y del redoblante.
“Esto anuncia la llegada de los recién casados a la casa de la novia. Antiguamente, las ceremonias se realizaban en Pelileo y luego venían caminado y bailando al ritmo de estos instrumentos musicales que son ancestrales. Esta tradición se mantiene hasta la actualidad, pero ahora el trayecto es más corto, puesto que las matrimonios se celebran en la iglesia
de la misma parroquia”.
Él está en la lista de los últimos 10 músicos que tiene este poblado. La mayoría son personas de entre 40 y 70 años. Su idea es ayudar en la formación de nuevos músicos en la comuna. Son pocos niños y adolescentes que asisten dos veces a la semana para aprender esta herencia musical.
Uno de ellos es Josué Pilla, de 13 años. Asiste a las clases de percusión desde hace una semana. Poco a poco se familiariza con los sonidos y las notas del bombo. Su maestro (Masaquiza) va explicando con paciencia la técnica que aprendió de su padre, Rudecindo, quien fue un experto músico de la localidad.
“Son melodías antiguas que hablan de la vida de la gente, de la naturaleza, de la mujer, de la vida… que nuestros abuelos y padres nos enseñaron desde pequeños. Lo que queremos es que los nuevos músicos sigan con este conocimiento, que no se aprende en las escuelas ni en los conservatorios de música”, indica convencido Masaquiza.
El joven se entusiasma al escuchar parte de Shamunchimi. Con su bombo acompaña en el ritmo a su profesor. Su propósito es aprender a entonar el instrumento para participar de las fiestas del Inti Raymi, Pawkar Raymi, bodas y más. Otro ritmo alegre es Changamarkana (Alzando los pies).
Masaquizamenciona que hay dos tipos de bombos: el primero es para los danzantes de Corpus Christi. Es más pequeño y cuenta con dibujos en la piel tensa, donde se golpea con un madero de 25 centímetros forrado con cuero. El segundo es más grande y largo. Se utiliza en las fiestas ancestrales, como de los Alcaldes, Los Negros, Inti Raymi, Pawkar Raymi, Pendoneros, esta última dejó de festejarse.
A poca distancia está la casa de Kuri Caizabanda. 35 de sus 45 años está familiarizado con este instrumento. Aprendió viendo a los taitas y escuchando la música que entonaban, pues solía ir a las celebraciones. También está interesado en transmitir sus conocimientos y técnicas. Imparte charlas a quienes están interesados en aprender. “Estos saberes ancestrales no deben perderse, por eso intentamos apoyar, en algo, para que se mantenga nuestra cultura”.
Se lamenta el poco respaldo de las autoridades para poner en marcha un plan de recuperación. En Salasaka no hay un centro para la formación de nuevos músicos, especialmente en el bombo y el redoblante.
El Municipio de Pelileo aprobó en el 2014 una ordenanza para recuperar y mantener las tradiciones y estos conocimientos a través de talleres. Martha Masaquiza, parte de la Comisión de Cultura del Cabildo, dice que se dieron los primeros acercamientos con la Junta Parroquial para contratar a tres instructores.
Sin embargo, aún el Departamento de Cultura no contrata a los taitas para que trabajen en la formación de los nuevos tamboreros. Chango cuenta que no se da paso debido a que los taitas no tienen un título profesional. “Es ilógico, debido a que nuestros músicos no aprendieron en aulas sino que los conocimientos se transmitieron de padre a hijo”.
Intercultural
Muy pocos chicos aprenden la técnica de percusión. Los conocimientos de los taitas se pierden poco a poco,por la falta de apoyo. Los ritmos con el bombo son alegres.