La curaduría ha combinado en el mismo espacio tres momentos en torno a la estética sobre la muerte. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
Más que una recapitulación de piezas artísticas en torno al concepto de la muerte, la exposición ‘Vivir para morir’, que hasta este 22 de noviembre ocupa las salas del Museo de Arte Colonial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (ubicado en las calles Mejía y Cuenca, esquina), es una invitación para que el espectador reconozca cómo a través de los siglos cada época ha construido una mirada muy particular en torno a esta realidad.
Las obras que forman parte de esta muestra abarcan períodos que van desde la Real Audiencia de Quito hasta las creaciones contemporáneas del padre Tito Heredia.
En ese sentido, históricamente están aquellas piezas inspiradas en cuestiones como los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, o que hablan de la intercesión de la Virgen en advocaciones como la del Carmen. Las mismas fueron realizadas hace más de dos siglos y centran su atención en cómo se pensaba a la muerte en la época anterior a la Era Republicana.
En un segundo momento, ‘Vivir para morir’ muestra trabajos realizados en el siglo XIX, época en la que, gracias al romanticismo, la mirada sobre la muerte cambia. Ya no importa tanto retratar a los santos y a otras figuras religiosas.
Lo que interesa a los artistas es el cortejo fúnebre, sobre todo relacionado con los niños. De estas expresiones, la exposición presenta cuadros en los que los protagonistas son los pequeños en sus lechos de muerte.
En un tercer momento, y a manera de una síntesis entre el pasado y el presente, la muestra acoge la obra de Tito Heredia, un sacerdote que ha encontrado en la plástica una vía para expresar sus inquietudes estéticas.
‘Vivir para morir’ tiene esculturas y cuadros de él que, de cierto modo, rememoran el arte funerario colonial. Por ejemplo, aquí se encuentran piezas que se asemejan a cráneos humanos (utilizados anteriormente como parte de las esculturas religiosas). Para darles cierta contemporaneidad, el artista ha llenado a estos objetos de colores intensos, recordando así el pasado ‘hippie’ de la humanidad.
Vírgenes, santos, niños y penitentes comparten el espacio del Museo de Arte Colonial, ubicado en el Centro Histórico. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
Ya en otras piezas, Heredia, en cambio, se inspira en las monjas muertas de México y Colombia, que durante la Colonia eran enterradas con coronas. Para darle cierta actualidad a su propuesta, el sacerdote ha creado esculturas en las que las calaveras de las religiosas están adornadas con coronas de flores y usando los trajes de sus congregaciones.
Para Jaime Montenegro, historiador del arte, la exposición permite establecer un nexo claro entre el pasado funerario latinoamericano y lo que actualmente se vive en los países del continente.
“Al verla panorámicamente, la muestra es un espacio donde confluyen culturas de distinto raigambre. Lo que impacta es que, de modo alguno, las tradiciones funerarias españolas han permanecido presentes hasta hoy”, dice.
Él se refiere a cómo los óleos de los artistas de la Colonia tienen elementos que, con o sin intención, han llegado casi intactos hasta la actualidad: las flores, los corazones o los pájaros como símbolos del aspecto mágico y misterioso de la muerte. “Eso demuestra que la propuesta contemporánea nunca debe olvidar las raíces donde se cimenta”, añade.
Como parte de la propuesta curatorial se realizó también la presentación de las investigaciones ‘Vivir para morir en el hábito de San Francisco’, a cargo de Carmen Sevilla Larrea, y ‘El cementerio de San Diego.
La ciudad ‘otra’, realizada por Inés del Pino. Estos trabajos se presentaron este miércoles 29 de octubre en un intento de ampliar el concepto sobre la muerte que se ha manejado en el contexto ecuatoriano.La exposición podrá ser vista de martes a sábado, de 09:00 a 17:00. Este domingo 2 de noviembre también estará abierto este espacio.